27 junio, 2023

La beatería de la sociedad civil

@emolblogs

Hay una forma fácil, sencilla, digerible, de referirse a lo que ha ocurrido con la Fundación Democracia Viva y su obtención de centenares de millones de pesos mediante asignación directa.
¿Cuál es esa forma fácil, sencilla y digerible, que desata aplausos? Se trata de la condena moral.
Pero la condena moral, tanto la que viene de los opositores (¡miren lo que hicieron quienes presumían tener mayor estatura moral!, exclaman) como la que proviene de los partidarios de ese partido (no podemos permitir que nuestros principios sean mancillados de esta forma, dirán por su parte), arriesga el peligro de que todo esto se moralice, olvidando que revela una grave falla institucional.
Quizá sea mejor entonces, luego de esa condena, preguntarse qué es exactamente lo que permitió que esto ocurriera (y sin duda, haya ocurrido antes y, de seguir todo igual, continuará ocurriendo), y luego de identificarlo, corregirlo.
En este tipo de incidentes, por llamarlos así, suelen confluir dos factores: la agencia (un sentido del deber fuerte o débil en quienes participan) y la estructura (que crea un entorno de oportunidad). En este caso parece que el sentido del deber era débil, de manera que puede ser más útil detenerse en el segundo factor: en la estructura y sus defectos, que crean la oportunidad para que estas cosas ocurran.
Veamos.
Desde luego está el problema del directorio. En este tipo de organizaciones, a diferencia de lo que ocurre en las sociedades anónimas, los directores son virtualmente irresponsables. Mientras en una sociedad anónima, los miembros del directorio responden con su patrimonio personal de los acuerdos dañinos a los que concurren o por la omisión en el cumplimiento de sus deberes, ello no ocurre en el caso de las fundaciones. La responsabilidad de los directores es en los hechos floja, está entregada a un estándar general, el Ministerio de Justicia lleva un simple registro formulario de estas organizaciones, y el escrutinio sobre ellos es casi inexistente. Como no hay principal ante el que deban responder, los directorios son lejanos, puramente simbólicos. Mientras en la sociedad anónima están los dueños (accionistas) que nombran al directorio y frente a los cuales este responde, en las fundaciones no hay dueño y, en realidad, son los administradores los que hacen el papel de tal, y eso explica que el directorio suela estar integrado por personas prestigiosas que la mayor parte de las veces, de buena fe, pero sin conciencia de lo que se trata, prestan su nombre y su presencia para que la fundación del caso genere confianza y pueda obtener recursos, pero ni administran ni vigilan a los administradores. Son directorios de papel y, desde luego, quienes los integran o ignoran de qué se trata el cargo que aceptaron o no cumplieron su deber.
La primera lección entonces es que es necesario mejorar el gobierno corporativo de las fundaciones. Y lo mejor es asemejarlo al de las sociedades anónimas abiertas. Después de todo, ambas organizaciones solicitan dineros a la ciudadanía, sea mediante el mercado, sea mediante el proceso político. Parece increíble, pero si se atiende a las reglas hay menos probabilidades de robo y corrupción en las sociedades anónimas que en las fundaciones.
Por supuesto lo anterior es difícil de aceptar para quienes se han plegado sin más a una de las ideologías tontas de este tiempo: la beatería de la sociedad civil.
Se supone que una sociedad sana es una cuyo tejido social es denso y profuso. Esta idea tiene su origen en unas páginas de Tocqueville, quien encontró allí uno de los soportes de la libertad en la sociedad norteamericana. Pero al enfatizarse demasiado esa idea (y quienes la enfatizan son, era qué no, los mismos miembros de las organizaciones que la integran), se ha olvidado que lo que se llama sociedad civil es también un agregado de grupos que promueven intereses particulares, hacen abogacía de temas específicos y buscan rentas. La idea de que basta que una organización sea de la sociedad civil o sin fines de lucro para atribuirle integridad y templanza, y a sus administradores virtudes de samaritano, olvida que en muchas de ellas (en no todas, desde luego, puesto que hay muchas orientadas vocacionalmente) se agrupan personas alérgicas a la competencia y al esfuerzo que, a pretexto del interés general, buscan rentas para sí o para el partido a que pertenecen.
Esta beatería afloja el escrutinio sobre esas organizaciones (Ah, es una organización de la sociedad civil, suele decirse, y basta esa constatación para que cualquier duda se apague).
Y está lo inexplicable: ¿Cómo explicar, en efecto, que el problema principal del que una sociedad deba ocuparse —la pobreza, que impide el goce de la verdadera ciudadanía— sea delegado a organizaciones sobre las que o no se ejerce control o se ejerce uno débil? ¿Por qué entregar a organizaciones voluntarias la solución de los más básicos problemas de la vida social? Pero ¿qué socialistas son estos que hacen de la pobreza una forma de emprendimiento que les permite el prodigio de negar el lucro y, al mismo tiempo, lucrar con entusiasmo?
Está muy bien condenar a este grupo de pícaros que, a pretexto de redimir la pobreza y ayudar a superarla, obtienen rentas para ellos o sus partidos; pero esa condena no debe hacer olvidar los defectos institucionales que, como se ve, urge corregir.
De otra manera, la rueda del despilfarro y el nepotismo comenzará muy pronto a girar de nuevo.


ZZZZZZZZZZZZZzz…

Todo gira en torno a esto últimamente y nada o casi nada en torno al evento más importante probablemente en décadas que es el intento de golpe en Rusia.

En fin…

Una vez más.

Desde el mundo real y no académico pendejo y pajero.

La diferencia entre corrupción y viáticos ejecutivos completamente merecidos y colegas bien colocados está simplemente en los resultados.

Los resultados definen absolutamente todo.

Si tienes incompetentes que no logran absolutamente nada, en ningún ámbito, en este caso el electoral que refleja todo en su “gestión”, todo lo que hagan en relación a los dineros de la empresa que no sea absolutamente lo justo y completamente justificado será mal visto. Hasta un capuccino fuera de la empresa sería cuestionado. Ni hablar de un pariente, aún cuando fuese ULTRA competente para el cargo.

Nada de lo que hagan estos pasteles para borrar la corrupción resultará.

Porque ya fueron medidos y calibrados por todo el mundo como unos incompetentes cabezas de chorlito que no son capaces de lograr absolutamente nada o generar ningún valor relevante para la sociedad.

Bukele probablemente es una bolsa de gatos de corrupción entendida como lo estamos viendo ahora. Esto es, colocar a amigotes en cargos y llenar los bolsillos de ellos y propios. Especialmente en un país bananero con cero chequeos y balances estatales lo más probable. No efectivos al menos.

Tiene un 90%+ de aprobación. So…no es corrupción, es el justo pago por su entrega de valor monumental a la sociedad.

Putin igual en Rusia. Hasta el inicio de la guerra, tenía de los más altos niveles de aprobación en el mundo, y llenándose ingentemente sus bolsillos y los de sus compinches oligarcas.

Así funciona en la realidad.

Todos estos pajerismos virtuosos o tendientes a ello son ridículos.

Jordan era un psycho dentro y fuera de la cancha. Ganó 6 campeonatos sin perder ninguna final y su marca es la más conocida en el mundo deportivo, amado por billones y casi unánimemente considerado el mejor basquetbolista de la historia y por muchos el mejor atleta de la historia.

Los resultados definen todo. Así es la vida y la sociedad.

Si estos pendejos hubiesen liderado un triunfo arrasador en el 4S, o un triunfo arrasador en el 7M, esto no tendría ninguna importancia.

Si los niveles percibidos de inseguridad hubiesen disminuido a niveles previos al estallido flaite, estos eventos no tendrían ninguna importancia.

Si la creación de trabajos y empresas hubiesen disminuido la inflación a niveles previos al estallido flaite o mejores que el resto de LATAM, esto no tendría importancia.

Son unos incompetentes mediocres. Por ende NO PUEDEN ser nada menos que monjes impecables en el uso de los recursos. Y no pueden hacer eso. A nivel individual tal vez se podría, pero estando en el gobierno van a saltar a diestra y siniestra malos manejos de dinero de múltiples grupos o individuos asociados a ellos.

Cómo salen de esta sin quedar marcados de por vida, electoralmente hablando?

Tienen que obtener un triunfo o un resultado estratosféricamente magnífico en algo que a la ciudadanía realmente le importe.

Lo único posible para estos giles es la seguridad, para mi gusto. Es lo único en lo que realmente podrían actuar sin tener que colocar la inexistente capacidad de gestión que no tienen. Porque eso es voluntad política. Las policías y las FFAA´s tienen la capacidad de gestión y ejecución de terminar o disminuir la delincuencia y terrorismo si las dejan actuar tranquilas.

Pero eso es una imposibilidad ideológica.

So…

Van a seguir hundiéndose en la gravedad de su propio agujero negro de mierda electoral. No tienen como salir, porque a todos también les caen mal ahora. Bachelet tenía la ventaja de que era la abuelita bonachona. Estos pendejos son los pedantes ñuñoínos buenos para nada más que pontificar el como todo el resto es huevón y al que todos ahora les da gusto que los basureen, especialmente a Jackson & Co.

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