Ya están por cumplirse 100 días del plebiscito de septiembre. 100 días de negociaciones rocambolescas para buscar una salida al escenario constitucional, que esta semana alcanzaron el clímax del absurdo. Cuando el acuerdo para elegir un órgano constituyente por voto ciudadano parecía al fin inminente, fue trabado por la intervención de una fuerza conocida como “Amarillos”.
¿Qué hacen ahí y por qué se arrogan la autoridad para bloquear un acuerdo?
Mirado con un mínimo de distancia, es incomprensible.
Los negociadores formaron una “mesa chica” para buscar un acuerdo final. En ella participaron la UDI, Renovación Nacional, Evópoli, la Democracia Cristiana, el PPD, el Partido Socialista, el Frente Amplio y… Amarillos.
Los siete primeros son partidos o conglomerados políticos que han sido votados por la ciudadanía y, en virtud de ello, tienen parlamentarios, que deberán ratificar cualquier acuerdo en el Congreso.
Amarillos, en cambio, no ha recibido un solo voto en elección popular alguna. Ni siquiera ha juntado aún las firmas para ser un partido político. Y eso que su meta es modestísima: reunir 3.876 apoyos para constituirse en cuatro regiones del sur.
Su fuerza en el Congreso se reduce a Andrés Jouannet, un diputado exDC, elegido en cupo del Partido Radical. Controlan, en suma, el 0,65% de la Cámara de Diputados, el 0,00% del Senado y han recibido el 0,00% del voto popular.
Sin embargo, han tenido un rol clave. Hace algunas semanas, al menos en público había consenso entre derecha, centro e izquierda en un mínimo democrático: que la nueva Constitución debía ser redactada por personas elegidas por la gente. Entonces, Amarillos irrumpió con una propuesta insólita: una convención 100% designada por el Congreso.
Algo así como el Congreso Termal de la dictadura de Ibáñez cuando, en 1930, los partidos políticos se reunieron en las Termas de Chillán para repartirse los cupos del Congreso: 36 diputados para los radicales, 30 para los liberales, 23 para los conservadores…
Casi un siglo después, en plena democracia, algo así debería ser impensable. Pero ahí estaba Amarillos, proponiendo que los partidos se repartieran los cupos entre ellos, sin pasar por el molesto trámite de que los ciudadanos tuvieran algo que decir al respecto.
Esa intervención derribó el acuerdo. La derecha retiró su propuesta de un órgano electo de 50 personas, alegando que “las condiciones cambiaron”, y volvió a presionar por un cuerpo parcialmente designado.
Esta semana, de nuevo un pacto pareció inminente. El oficialismo se resignó a aceptar la anterior propuesta de ChileVamos: 50 miembros electos. Pero el líder de Amarillos, Cristian Warnken, se opuso tajantemente. Según La Tercera, “el rol de Amarillos fue crucial para frenar la firma de un nuevo pacto constituyente, lo que le dio una excusa a Chile Vamos para no retomar la idea de un órgano 100% electo con 50 integrantes”.
Warnken exigió que al menos parte de la nueva Convención fuera formada por, según dijo, “los sabios de la tribu”. ¿Y quién decide quiénes son esos virtuosos portadores de la sabiduría? Adivine: serían los partidos políticos, a través del Congreso, quienes los elijan a dedo. ¿Sabios? ¿Expertos? Basta de eufemismos. Serían, simplemente, designados.
Las palabras de Warnken a la salida de esa reunión son un buen compendio de las frases hechas, contradicciones y temor a la democracia que ha caracterizado a Amarillos en este debate.
“Se está instalando una suerte de dictadura de facto”, denunció ante la insistencia de algunos partidos de que los representantes de la ciudadanía sean elegidos -miren qué locura- por la ciudadanía. “Esos son los caminos populistas, allá llevan los caminos populistas”, protestó. Una convención elegida “sería inaceptable”, reiteró dos veces, para luego aclarar que “nuestro espíritu es el espíritu de los acuerdos y de lo razonable”.
Es una línea argumental difícil de seguir. ¿Qué la Constitución sea redactada por personas elegidas es “una dictadura de facto”? ¿Respetar la soberanía popular es “populismo”? ¿Amenazar con que una elección democrática es “inaceptable” es “el espíritu de los acuerdos y de lo razonable”?
Al final de esta perorata hubo, sin embargo, un momento de bienvenida sinceridad. “Somos un partido en formación, no tenemos ninguna posibilidad de elegir convencionales”, dijo. Claro, Amarillos no puede competir en la cancha de la democracia: las elecciones. Pero sí ha mostrado gran talento para acumular influencia en los pasillos del poder, y un Congreso Termal sería un escenario mucho más propicio para ellos.
Lo que queda al desnudo es el verdadero espíritu de Amarillos. Irrumpieron el verano pasado con un amplio financiamiento y generoso espacio en los medios de comunicación, autoproclamándose como los portadores de valores como la moderación, la razón y el sentido común.
Sin embargo, ya en la campaña del plebiscito mostraron poco de eso. Algunos de sus voceros se dedicaron a menudo a esparcir fake news, alimentar interpretaciones descabelladas de la propuesta constitucional, y ningunear la capacidad de los ciudadanos para leer ese texto por sí mismos.
Tras el plebiscito, se autoasignaron la vocería de una “mayoría silenciosa”. Pero, lejos de ser un puente de moderación entre derecha e izquierda, han derivado a posiciones extremas, muy útiles para quienes intentan boicotear un acuerdo constituyente. Tras la intervención de Warnken, el presidente de RN lo dijo con todas sus letras: “no voy a firmar ningún acuerdo que no sea una comisión mixta”.
En otras palabras, los elementos más radicales de la derecha los están usando para sacar las castañas con la mano del gato.
De amarillo, Amarillos hoy no tiene nada. Su verdadero color es un extremismo antidemocrático que dinamita acuerdos y es funcional a quienes prefieren patear el tablero antes de aceptar una Constitución redactada bajo las reglas de la democracia.
Matamala está obsesionado hace rato con un tema que a nadie le importa. Ya pasó la vieja.
Además, la constitución es solo una guía. El carácter de los que operan bajo ella es realmente lo que importa. Les interesa respetarla y creen en ella o se la van a saltar con trucherías.
Y eso es obvio en las “negociaciones” que en realidad son un show público o una gran farsa porque la verdad es que nadie quiere un nuevo acuerdo después del desastre del último reventado miserablemente en el 4S. Y por supuesto pasarse por el trasero el artículo que ellos mismos colocaron en la constitución.
Ese fue un fracaso for the ages…
Nadie quiere otro en su CV.
Finalmente de eso se trata todo esto.
En el primer “acuerdo” todos pensaban que estaban negociando un gran trato para su imagen y ser vistos como grandes demócratas. Por eso se llegó a un acuerdo tan rápido.
O pensaban que era porque estaban salvando la democracia??
YOU ARE FUNNY….
Ahora no hay ninguna ventaja en algo que a nadie le importa y dependiendo de como salga puede ser el último clavo en el ataúd para muchos políticos.
Supongo que es difícil tragar esa píldora.
A NADIE le beneficia llegar a un acuerdo, porque sus bases los van a criticar y sus rivales políticos van a aprovechar el amarillismos de cualquier acuerdo al que se llegue.
Los republicanos y el PDG se les está metiendo a la derecha por todos lados.
Los comunistas y frente amplistas “moderados” serán atacados por los talibanes marxistas totalitarios como Tellier y Jadue.
Hay que entender algo de los políticos.
Especialmente con ésta generación de políticos de piojos resucitados.
No hacen nada si no hay una ganancia personal en ello. No actúan en beneficio de nadie más que ellos.
Por eso tenemos que terminar con la democracia representativa.
No representan a nadie.
Tanto es así que llevan 100 días discutiendo una mierda que a nadie le importa y a nadie le ayuda en absolutamente nada a superar los duros momentos actuales.
No existe una crisis política. Se la inventaron. El 4S se terminó el periodo de burundanga y nos quedamos con la antigua constitución. Simple y sencillo. Ese era el acuerdo que firmaron. Solo que tenían tanto miedo de perder que querían asegurar a los “indecisos”. Con la votación obtenida, en realidad no hay indecisos.
Con una nueva constitución…
NO ONE GIVES A SHIT…
Y los políticos lo tienen claro. Simplemente están intentando salvar la cara por las promesas huevonas que hicieron antes del 4S, especialmente la derecha.
En lo de declarar qué mecanismo es o no democrático..
REALLY?
Es anti democrático escoger a especialistas para que hagan un trabajo especializado y que de hecho tengan el poder para completarlo a diferencia de lo que siempre pasa que es el que son llamados para PARECER que toman en cuenta sus opiniones y al final los políticos hacen lo que se les para el trasero?…
SHOCKING…
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@nónimo/Demócrito:
ResponderEliminares un fenómeno politico que nadie tiene real certeza de causas del 18-0 y su efecto contrario del 4S, todo es arte de adivinar e intentar captar su negocio político
otra cosa es o parece concluirse que, como escuche por ahí, que los apruebistas del 78% de entrada para cambio de constitución versus los del 22% no existen sino en la retórica mas radical del FA y PC
existen si pero en el fragor de la discusión política se desordenó el naipe político, se generó mucha confusión que sin duda fue aprovechado por los radicales de izquierda pero también por la derecha que si bien flaqueó en su dogma y creencias propias con malas cartas de poker estimó que era mejor hasta más razonable ganar tiempo
por eso hay gente que recuerda con orgullo que son del 22% original
con todo el riesgo que implicaba la derecha apostó acoger el acuerdo del 15N, ya que nada mas y nada menos estaba en juego la sobrevivencia de la República
que recibió un misil hipersónico, nadie lo discute que hasta el día de hoy no se sabe con claridad su origen pero muchos sospechamos que fue un trabajo de décadas de la izquierda que aprovecho 2 décadas de magro crecimiento económico que elevó los temas de discusión hacia la retórica de estos
en fin
El problema es que esos "especialistas" seguramente van a tener ideas diversas y potencialmente podrían ser agentes de la ONU que traten de pasarnos la cuchufleta para meternos su agenda...
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