Si los chilenos están de acuerdo en algo hoy es que están cansados de la corrupción. Esto quedó en evidencia con la última Encuesta Research, correspondiente a julio, que reportó que un 71% de los consultados cree que Chile es un país corrupto.
A esto se le suma el estudio publicado por el Panel Ciudadano de la UDD que abordó las 15 principales prioridades de los chilenos respecto de la nueva Constitución. Donde la alternativa con mayor respaldo, llegando al 97%, fue: “Condenados (as) por delitos de corrupción quedarán inhabilitados de por vida para ocupar cargos públicos.
Este panel se realizó entre este jueves y viernes, en pleno escándalo por el caso Democracia Viva, por lo que si bien la opción de que los fondos de pensiones vayan a una cuenta individual de cada persona y sean heredables tienen un alto apoyo, el primer concepto mencionado es el combate a la corrupción.
Por otra parte, más de la mitad de los encuestados en la primera publicación – es decir, un 54%-, opina que la corrupción aumentará en lo que resta de la administración del Presidente de la República, Gabriel Boric. Mientras que la respuesta ante cuáles instituciones son propensas a la corrupción, la lista es liderada por los partidos políticos con un 80%, seguidos de los municipios con 72% y el Congreso Nacional con 69%.
Esto es parte del cambio de régimen político.
No es sostenible. De ninguna manera.
Que la seguridad y la corrupción sean las principales preocupaciones de la ciudadanía es de lo más bananero que hemos experimentado probablemente nunca.
Nunca habíamos tenido como principal preocupación la corrupción y ciertamente tampoco la seguridad de manera consistente como ahora. Tal vez datos puntuales en relación a algún hecho específico.
Si los narcisos en el gobierno quieren sobrevivir políticamente, tendrán que dar solución en al menos una de estas instancias, porque se les abrió un flanco de corrupción que no es nada fácil de cerrar en la percepción pública.
Pero esto es generalizado en la visión de la gente.
Lo dicho en múltiples posts. El sistema ya no sirve si permite que lleguen al gobierno gente que no preserva el estado de derecho ni detiene o controla la corrupción en niveles no sistémicos, sino que la alienta.
Ahora pasamos como país a pensar que la corrupción es inherente al sistema político.
Eso es la muerte de ese sistema. De hecho, la corrupción es la entropía del sistema republicano. Es lo que termina derrumbando todas las democracias.
Entramos en esa espiral, de la cual, lamentablemente, no hay retorno.
Tenemos que desplomarnos para después reconstruir mejor.
No es irónico que el eslogan del WEF finalmente vaya a ser la realidad que experimentemos?…
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