Poco antes de que el reloj marcara las 18:00 horas, el domingo 4 de septiembre de 2022, la tensión se apoderó del Segundo Piso de La Moneda y, en particular, del despacho del Presidente Gabriel Boric. Si bien la primera mesa escrutada en Punta Arenas —la ciudad natal del mandatario— ya mostraba una clara ventaja para el Rechazo en el plebiscito de salida, la derrota del Apruebo en la mesa en que Boric había votado esa mañana fue el golpe definitivo.
Preocupado, el Presidente se sentó en su escritorio y comenzó a editar los discursos que días antes le habían preparado su entonces jefa de asesores, Lucía Dammert, y su otrora jefe de estudios, Carlos Durán. Aunque disponía de textos para distintos escenarios, ninguno de ellos tenía entre sus cálculos una diferencia tan abrumadora.
Paralelamente, en el salón Montt Varas, los ministros observaban impactados los cómputos. Algunos de ellos subían a la oficina del Presidente en silencio, evitando cualquier pregunta de la prensa. Tenían frente a sus ojos la derrota más dura que, hasta ese momento, les tocaba en el poder.
“Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara”, comenzó diciendo Boric a las 20:47 horas, en una transmisión en vivo.
Y agregó: “Me comprometo a poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente, que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana”.
Errores de cálculo
A las 17:15 horas, poco antes de que se conocieran los primeros cómputos en la Región de Magallanes, se instalaron parlantes que miraban a la plaza de la Constitución, en el frontis de La Moneda, para que el Presidente diera su discurso desde el balcón.
La idea era del entonces jefe de gabinete del mandatario, Matías Meza-Lopehandía, quien estaba convencido de que el Apruebo se impondría al final de esa jornada.
Sin embargo, antes de que los parlantes estuvieran del todo instalados, la jefa de prensa de Boric, Tatiana Klima, pidió que los retiraran.
¿Qué pasó? ¿Por qué la sorpresa? ¿Qué cálculos fallaron en el Gobierno?
En marzo del año pasado, los datos que manejaban desde Presidencia eran favorables para el Apruebo. Esa tendencia se mantuvo hasta mayo, donde se produjo el primer quiebre, cuando el anteproyecto de la Convención Constitucional estuvo listo. Eso, a pesar de que otras encuestadoras privadas indicaban desde marzo una tendencia negativa para el Apruebo.
En la recta final, en el Segundo Piso consideraban tres posibles escenarios, con distintos porcentajes de participación electoral: con el 62%, se obtendría un resultado reñido (48% versus 52%), en que cualquiera de las opciones podía resultar vencedora; con 78%, el Apruebo perdía por un margen aproximado de 10 puntos porcentuales (45% versus 55%), y con 82%, la derrota era aún peor.
Pero esos datos no lograban generar reacciones ni en los ministros más cercanos al Presidente Boric —Giorgio Jackson, Camila Vallejo y Antonia Orellana— ni en Meza-Lopehandía, quienes insistían con la tesis de que el resultado sería muy estrecho y la elección se pelearía voto a voto.
Fueron ellos mismos los que diseñaron la estrategia de salidas a terreno para el Presidente, como una manera de vincular su aprobación con la opción a favor del texto.
De ese diseño se convencerían aún más durante la semana del plebiscito, al ver que los cierres de la campaña por el Apruebo congregaban a cientos de miles de personas a lo largo del país, mientras que los eventos del Rechazo eran austeros.
Lo que no supieron ver, admiten hoy en el Segundo Piso, fue la cantidad de personas nuevas que saldrían a votar. “Siempre pensamos que esos nuevos votantes se distribuirían de manera ecuánime entre la izquierda y la derecha, pero eso no ocurrió”, apunta una fuente del Gobierno.
La tesis de La Moneda
A fines de enero de 2022, en una sala ubicada en el piso 12 del Senado, el ministro entrante de la Segpres, Giorgio Jackson, tuvo una reunión privada con distintos senadores oficialistas. ¿La razón? Tener una primera aproximación con su contraparte.
Jackson les manifestó que como Gobierno estarían comprometidos con el proyecto de la Convención Constitucional, que tenían plena confianza de que el Apruebo ganaría en septiembre y que el programa de gobierno estaba indisolublemente vinculado a la nueva Constitución.
En resumidas cuentas, lo que señalaba era parte del diseño que por esos días planeaba un reducido grupo en La Moneda Chica: esperar que el nuevo texto constitucional se aprobara para comenzar a gobernar.
Eso explicaría la falta de acción en sus primeros meses de mandato, período que algunos tildaron como de “sequía legislativa”.
Jackson volvería a reforzar esa idea en junio del 2022, en un almuerzo con el comité de senadores socialistas para conversar sobre los posibles alcances del proyecto.
A esas alturas, el órgano constitucional ya había determinado eliminar el Senado. En su reemplazo, planteaban una nueva institucionalidad: la Cámara de los Pueblos.
Así, la preocupación estaba centrada en cuánto tiempo de gracia les daría la Convención a los senadores antes de que se extinguiese su mandato.
“¿Cuál es el cronograma del Gobierno si se aprueba el nuevo texto?”, preguntó el senador Juan Luis Castro. Jackson, tajante, respondió que la Cámara Alta se disolvería en marzo de 2026. Ese fue el quiebre definitivo entre los senadores socialistas y el otrora ministro de la Segpres, quienes además le advirtieron que, con esa decisión, era posible que algunos sectores se desmarcaran de la opción del Apruebo.
Mientras todo eso ocurría, La Moneda observaba con atención el alza que algunas encuestadoras le atribuían al Rechazo. Por lo mismo, en Palacio idearon un plan B ante una eventual derrota, que el viernes 15 de junio de 2022 el propio Presidente dio a conocer en una entrevista en vivo con el matinal de Chilevisión. “De ganar la alternativa del Rechazo, lo que va a pasar es que vamos a tener que prolongar este proceso por un año y medio más, en donde va a tener que discutirse todo de nuevo a partir de cero”, sostuvo.
¿Intervencionismo?
Antes del plebiscito de salida, uno de los grandes problemas que La Moneda debió enfrentar fueron los cuestionamientos sobre su falta de neutralidad ante el proceso constituyente, principalmente a raíz de la campaña “Chile Vota Informado”, avaluada en 974 millones de pesos, que buscaba que la ciudadanía pudiera acceder de forma directa a la propuesta íntegra del nuevo texto.
La idea surgió de la Secretaría General de Gobierno, liderada por la ministra Camila Vallejo, en conjunto con la Secretaría de Comunicaciones (Secom), a cargo del cineasta Pablo Paredes. Su contenido no fue bien recibido en el mundo político, al punto que parlamentarios del P. Republicano presentaron una denuncia contra Vallejo en la Contraloría por eventuales irregularidades.
Para su puesta en marcha, dos meses antes del plebiscito, Vallejo y Paredes armaron un equipo de difusión integrado por cinco subsecretarios: Nicolás Cataldo (Educación), Valeska Naranjo (Segegob), Francisca Perales (Servicios Sociales), Macarena Lobos (Segpres) y Haydee Oberreuter (Derechos Humanos).
Ellos evaluaron los contenidos y definieron la entrega de constituciones impresas, que la ministra Vallejo regalaba en un stand afuera de La Moneda.
Pero también influyeron en otros ámbitos. Fueron ellos, por ejemplo, quienes solicitaron a Palacio que hubiera un ministro a cargo de coordinar la campaña del Apruebo, dado el poco impacto mediático que esta lograba. Así, se le designó esa tarea a la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, quien asistió a reuniones en la Casa del Apruebo y sumó a Karol Cariola (PC) y Vlado Mirosevic (PL) como jefes de campaña, ante la mala evaluación que tenía Felipe Heusser (RD) en el cargo. Ese rol y esos encuentros, no obstante, fueron negados en su momento por Orellana.
En todo caso, no fue la única ministra del comité político que, de alguna u otra manera, jugó al borde del intervencionismo.
Algunos, como la titular del Interior, Izkia Siches, lo hicieron a través de sus declaraciones, como cuando dijo en entrevista con este mismo medio que “al Gobierno no le corresponde ser neutral” frente al proceso.
En una situación peor estuvo el ministro Giorgio Jackson, quien también en entrevista con “El Mercurio” —publicada el domingo 3 de junio de 2022— sostuvo que muchas reformas del Gobierno “no se podrían llevar a cabo” con el triunfo del Rechazo.
En esa misma línea, acotó que “es obvio que existe una ligazón entre la posibilidad de llevar adelante nuestro programa de cambios y el resultado del plebiscito”.
Fue a raíz de esas declaraciones que un grupo de diputados de la DC presentó una queja ante la Contraloría, entidad que el viernes 12 de agosto resolvió que el ministro había faltado a la prescindencia.
Oídos sordos
“Les pido, por favor, que los partidos intervengan en el proceso”. Las palabras fueron pronunciadas por la exconvencional Bárbara Sepúlveda (PC) en una reunión en la sede de RD, donde asistieron otros convencionales, presidentes de partidos oficialistas y los ministros Giorgio Jackson y Camila Vallejo. Era febrero de 2022.
El motivo del encuentro era abordar el complejo momento que atravesaba el órgano constitucional, marcado por una serie de exabruptos comunicacionales y políticos.
Jackson y Vallejo tomaban nota, mas no decían nada. Ese fue, para muchos dirigentes del sector, el principal error que cometieron en La Moneda: no escuchar a quienes advirtieron que las cosas no estaban bien.
En reiteradas ocasiones, distintos timoneles del oficialismo expresaron sus temores en los comités políticos ampliados en La Moneda, donde daban cuenta de que, haciendo campaña en terreno, la gente se mostraba mayoritariamente a favor del Rechazo. Y, al igual que sus convencionales, alertaban sobre la necesidad de que los partidos políticos entraran a mediar el proceso.
Sin embargo, esas solicitudes eran ignoradas y cada vez que se conversaba del tema en La Moneda, los ministros Jackson y Vallejo aseguraban que el Apruebo seguía al alza.
Eso explicaría los ajustes que el Presidente hizo dos días después del plebiscito.
En el comité político, por ejemplo, la salida de Izkia Siches estaba asegurada. Ella misma le había dicho al Presidente que prefería dar un paso al costado, aunque en un momento también planteó la posibilidad de asumir Salud. En su reemplazo, el mandatario ya tenía pensada a Carolina Tohá (PPD).
El primer acercamiento entre ambos ocurrió en junio del 2022, gracias a un amigo que tienen en común: Patricio Fernández. Este último fue el intermediario para que Boric la visitara en su departamento y le ofreciera ser parte de su gabinete, aunque en un principio como titular de la Segpres.
Camila Vallejo, a pesar de los desaciertos, continuaría en el cargo.
El caso de Jackson, finalmente, fue distinto. Aunque en RD sabían que este no podía seguir al mando de la Segpres, para el Presidente eso no estaba tan claro. Pero no fue sino hasta que terminó el conteo de votos del plebiscito que a Boric no le quedó otra opción que remover a quien era, hasta ese momento, el ideólogo y estratega indiscutido del Gobierno.
“Lo del 4 de septiembre fue un rechazo instintivo y popular”
Está seguro de que Amarillos fue clave en el triunfo del Rechazo. Que fueron “los primeros de nuestro sector”, el de la ex-Concertación, en cruzar la línea roja. Los hicieron “pebre” desde su antigua tribu —militó en una célula del MIR del colegio, fue del Mapu Gazmuri cuando soltero y luego independiente del mundo cultural de la izquierda—, pero no abdicaron. “De verdad, una gesta épica. Si hubiera ganado el Apruebo, ¡cómo estaría Chile hoy!”.
El poeta, escritor, comunicador y columnista Cristián Warnken (62) aborda lo que lo hizo cruzar el río para convertirse en un personaje de la contingencia, en tiempos chúcaros. “Yo he sido una persona prestada a la política, a una verdadera labor de resistencia democrática que fue Amarillos, ante la involución octubrista que vivimos”. Por lo mismo, afirma que ahora sale de la primera fila y regresa de lleno a su espacio natural, el de las humanidades —está participando en la creación de un proyecto humanista en la Universidad San Sebastián—, la cultura y la difusión de la poesía.
Desde Llanquihue, donde tiene su refugio familiar, habla por zoom y sugiere poner de nuevo la “alerta amarilla”.
“El estallido fue el momento revolucionario”
—Mes de la Patria, 50 años del Golpe y un año del 4-S. ¿Cómo ve esta coyuntura?
—No hay que forzar las sobreinterpretaciones, pero el hecho nos da la oportunidad de hacer una reflexión más amplia sobre lo difícil que fue armar este país, hasta llegar a ser un ejemplo en Latinoamérica, con una cierta estabilidad institucional. Luego el trágico suceso del 11 de septiembre, que tiene que ver con lo que había ocurrido antes, que terminó en un golpe militar, donde llegamos a esa fractura tan radical. Y está el 4-S, después que se entró en estado de euforia en la Convención Constitucional de delirios refundacionales que se desataron desde el estallido del 18-O. Pero hay un momento que algo en el instinto nos dice lo frágiles que somos, y emerge desde adentro lo que planteaba Andrés Bello: esta pasión por el orden democrático, que fue lo que hizo que la mayoría de los chilenos votara tan contundentemente Rechazo.
—¿Cómo marcó el 18-O a la Convención Constitucional?
—Me tocó ir como peatón caminando en Santiago y también en Valparaíso en momentos en que se desarrollaban, por un lado, las manifestaciones pacíficas y, por otro, la destrucción nihilista que arrasó con el espacio público. Sentí primero interesante que el pueblo de Chile se estuviera manifestando sin bandera ideológica, con demandas variopintas, revelando que la clase política no estaba dando deriva a ese malestar. Pero al mismo tiempo empieza a expresarse una violencia radical, devastadora y, lo más peligroso, comienza una parte de la intelectualidad y del mundo político al que yo me sentía más cercano, la centroizquierda, a hacer vista gorda o callar o simplemente hacerse cómplice o incluso darle un fundamento teórico a esa violencia. Porque la emoción de alguien que viene del mundo de la izquierda al ver el estallido fue el momento revolucionario. Pero en ese momento de crisis tan grande es donde es tan importante la razón. Por eso nuestro escudo nacional dice “Por la razón o la fuerza”. Y ahí entendí lo importante que es la racionalidad en la política. Y la razón indicaba que no se puede avalar la violencia.
—¿Cómo engancha esto con la Convención?
—Claramente hubo una continuidad. La Convención pretendió prolongar y llevar a su peak este delirio refundacional octubrista, justamente en el espacio donde debe primar la razón política, la razón constitucional. Ahí finalmente primaron el resentimiento, el odio, la rabia, sin ningún filtro. Y creo que el 4 de septiembre se vio la reacción instintiva del pueblo chileno. Me lo contó de manera muy bonita Miguel Littin, que fue a hacer propaganda a Palmilla, de donde es oriundo. Se acerca a un campesino y le dice “hay que votar Apruebo”. Y el hombre le responde: “No, don Miguel, no me cuaira”. Al pueblo de Chile no le cuadró, no le “cuairó”; era desmesurado lo que se estaba dando en la Convención. Y yo diría que esto fue un rechazo instintivo popular, porque tengo la impresión de que los que están más en crisis son nuestras élites. El pueblo chileno tiene mejor instinto político que sus élites.
—En un momento dijo que millones de chilenos quieren cambios, pero no experimentos que terminen echando por la borda lo que ellos mismos han conquistado con mucho esfuerzo.
—Por supuesto. La izquierda interpretó el malestar ideológicamente como que la gente quería una revolución, una refundación. ¡Y se lo creyeron de verdad! Tengo amigos que me dijeron, con lágrimas en los ojos, “Cristián, nosotros pensamos que íbamos a derrotar el capitalismo aquí en Chile, que la revuelta de octubre acababa el capitalismo”. De nuevo el sueño de lo que fue también la Unidad Popular, en un cierto sentido, en una parte de la izquierda. Pero resulta que la gente no estaba pidiendo revolución. Estaba pidiendo reforma, protección, cuidados de parte del Estado.
“La izquierda radical quería tomarse La Moneda”
—En el verano de 2020-2021 empezó a inquietarse al punto de liderar un movimiento que al poco tiempo tenía miles de inscritos, Amarillos. ¿Cómo ocurrió?
—Me empezó a llamar mucha gente porque yo había escrito una alerta amarilla. Desde el prolongado estallido estaba sintiendo la alarma, porque la izquierda radical creyó, lo vio y casi lo tuvo, que aquí sí que había insubordinación de masas y si hubieran podido, se hubieran tomado La Moneda. Creo que la política en Latinoamérica está muy cerca de la religión, porque viene el mundo nuevo, el reino de los cielos. Y la izquierda es como una iglesia. Y esa iglesia a la que yo pertenecí de repente se me cayó porque estaba apoyando la violencia, estaba a punto de destruir el orden democrático. Cómo yo iba a seguir dentro de una iglesia así. Y salí y me convertí en un hereje, en un apóstata. Y ese verano, con la Convención avanzando, alguien me dijo “por qué no hacemos un manifiesto. Demos un testimonio, al menos”.
Recuerda: “En ese momento el Apruebo estaba arriba en las encuestas. Boric en gloria y majestad, no asumía todavía como Presidente, y el país se estaba gastando los bonos del IFE que había inyectado el gobierno de Piñera. Un país completamente anestesiado. Con un poquito de racionalidad, uno podía ver signos de alerta de las cosas que estaban saliendo de algunas comisiones de la Convención, que eran francamente delirantes. Una niña troskista o ultrarrevolucionaria estaba planteando casi una especie de comité leninista tipo Unión Soviética. Entonces decidimos dar un testimonio de que por lo menos había un sector de la antigua centroizquierda que le dio a Chile estabilidad durante 30 años, pero que abdicó de sí misma, que rechazaba lo que estaba pasando en la Convención”.
“Yo no soy un converso”
Cuenta que cuando firmaron el documento de Amarillos en febrero de 2022 y luego llamaron a votar Rechazo, le dijeron: “Ustedes firmaron con la derecha, son parte de la derecha”.
—Y me empecé a dar cuenta que no había una derecha, que hay varias, y que mucha de la gente que eran mis adversarios políticos eran excelentes personas. Que incluso había gente entre mis adversarios que yo podía admirar intelectualmente y con los cuales podía coincidir en muchas cosas.
Precisa:
—Yo no soy un converso, no es que me haya convertido en alguien de derecha, pero evidentemente algo fue muriendo en mí. En Llanquihue, donde estoy, pensé: Chile está en riesgo. Si fueron capaces de hacer todo lo que hicieron en las calles, ahora van a tratar de hacerlo por la vía constitucional. Y se despierta un instinto: hay que ponerle un límite. La izquierda estaba empoderada con una generación nueva que llegaba al poder, con la portada de Boric en el Times. Era bien difícil. Ahora, cruzar esa línea y hacer lo que hicimos no fue calculado. Y si lo hubiéramos calculado, capaz que hubiera sentido miedo y habría pasado a ser una parte de los miedosos que no levantaron la voz cuando había que hacerlo. Afortunadamente nos arrojamos un grupo de personas que cruzamos el río. Fue un momento fuerte cuando anunciamos el Rechazo. Emocionalmente fue muy fuerte. Pero cuando salió la declaración, sentí que estaba plenamente alineado interiormente. Que era lo correcto.
“Uno sentía la pulsión totalitaria”
—El 24 de febrero del año pasado su columna en “El Mercurio” la tituló: “Crónica de una derrota anunciada”. ¿Qué lo llevó a augurar la muerte de ese proyecto?
—Instintivamente sentía que la Convención nos llevaba al despeñadero, pero luego los constitucionalistas de nuestro movimiento me lo corroboraron. Aunque nunca imaginamos que iba a ganar el Rechazo. Sin embargo, cuando empezamos a hacer campaña y salimos a recorrer, nos empezamos a dar cuenta que había mucho militante DC e incluso socialistas que, callados, nos decían “nosotros los apoyamos, pero no queremos que se sepa”. Había un terror a reconocer que rechazaban, que me impresionó mucho. Lo comentamos con mi amigo Mauricio Electorat, que es novelista, que fuimos militantes juntos en la dictadura y él me decía: “Flaco, ¿no te recuerda este terror algo que nos pasaba en la dictadura?” Exactamente igual. Y eso es cuando uno siente la pulsión totalitaria, que puede estar en la izquierda o en la derecha. En un encuentro con vecinos había un militante socialista que andaba ¡con una peluca para que no lo reconocieran! Ahí dijimos: caramba, algo está pasando. Y nos preocupamos de tenderles la mano a todos los que estaban en contra de ese delirio refundacional de la Convención, pero para los cuales ir a votar Rechazo con la derecha era un paso emocional demasiado grande. Los acompañamos en el proceso hasta que responsablemente aparecieron esas voces del mundo de la centroizquierda a llamar al Rechazo. Eso rompió el relato que había montado el Gobierno y la izquierda más radical del Apruebo. Amarillos contribuyó y ayudó a quebrar un relato falso, maniqueo y eso fue muy importante. Mucha gente empezó a cruzar el puente y ahí la historia se escribió de otra manera.
La segunda oportunidad
—Lo funaron ciclistas furiosos en su casa al terminar el año 2022. ¿Qué pasó entonces?
—Nosotros como Amarillos fuimos invitados al acuerdo para la segunda oportunidad constitucional, y eso que no éramos partido, pero habíamos jugado un rol. No les convenía tenernos fuera. Y dijimos que la gente estaba cansada, que había que hacer la nueva propuesta con un comité de expertos, y con un plebiscito de salida. ¡Cómo nos atacaron! Nos gritaron, nos acusaron de fascistas. A mí me dijeron; “te fuiste al Partido Republicano, te compró la ultraderecha”. Y delante de todos, en la reunión antes senadores y diputados, yo les decía el peligro de la hoja en blanco. Me fueron a funar a mi casa, nos tiraron carbón, nos gritaron, insultaron a algunos vecinos. Y resulta que después la misma izquierda que nos denostó dijo: “oye, quedémonos con el texto de la Comisión de Expertos, que está estupendo”. O sea, nos deberían haber hecho una estatua y en el momento nos funaron. Por eso es tan importante la racionalidad, la reflexión. Ellos ahora piden el texto de la Comisión de Expertos, que cuando nosotros la propusimos alegaban que eso era democracia tutelada.
—¿Cuál es su perspectiva frente a este segundo proceso constitucional?
—Estoy extremadamente preocupado. Después de la experiencia que hemos tenido, cada vez me gusta más la idea de una Constitución más minimalista, más sobria y, desde luego, una Constitución que nos ponga de acuerdo en las mínimas reglas del juego para funcionar juntos y para disputar políticamente los programas de gobierno que cada uno presente. Ser líder significa no solo hablarle a tu 30%. El error del Presidente Boric es cuidar su 30%; el error de José Antonio Kast sería cuidar su 30% que sacó en la última elección. Aquí hay que quemar el capital político, aquí se está jugando el futuro constitucional de Chile. También la izquierda tiene que hacer esfuerzos y ambos tienen que ceder. El gran error sería abdicar ante los más radicales de sus propias filas. Que fracase el nuevo intento sería una herida nacional. Querría decir que la clase política no se la pudo. Creo que llegó el momento de poner alertas amarillas y rojas sobre este nuevo proceso constitucional. Y pedir a la izquierda y a la derecha que usen la razón.
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Warnken desde Llanquihue: “Mi imaginario, mi sensibilidad es de izquierda. Pero descubrí que mi razón y racionalidad política estaba en el centro. La izquierda lo hace muy bien en lo estético y muy mal en política, por lo menos en Latinoamérica”. Danitza Pavlovic
Qué pasa con el partido “Amarillos”
—¿Amarillos fue solo un movimiento funcional a la causa del Rechazo, dados los tropiezos que ha tenido en sus inicios como partido, con la renuncia del presidente Micco y del vicepresidente Solís?
—Amarillos por Chile surgió como un movimiento de ciudadanos que sintieron que la democracia y la república estaban en peligro, por la aventura refundacional de la pasada Convención Constitucional. No hubo cálculos políticos ni personales, todo nació de un amor genuino por Chile y por su pueblo. Nunca pensamos que se convertiría en el partido que nació como un instrumento de ese amplio movimiento de miles de ciudadanos anónimos que adhirieron al manifiesto amarillo. Espero que este partido esté a la altura de esa gesta democrática y de ese movimiento, porque hoy el país enfrenta otros peligros. Es muy importante el espíritu en esto; sin espíritu, los partidos y movimientos solo son máquinas de poder.
—Entonces, ¿el partido debe seguir hasta que se logre una nueva Constitución, o aún después?
—Amarillos debe aportar, con la credibilidad ganada en el proceso anterior, a acercar posiciones y lograr acuerdos. Tal vez debieran volver las “alertas amarillas”. El partido tendrá sentido que siga existiendo más allá del proceso constitucional si es fiel al espíritu originario del movimiento y ofrece una alternativa de esperanza para un Chile desorientado, como lo hicimos el 4 de septiembre.
—¿Qué rol jugará usted en la nueva presidencia de Andrés Jouannet?
—Dejé la dirección política hace meses; espero aportar desde la reflexión y desde el sur, donde estoy viviendo. Lamenté mucho la renuncia de Sergio Micco, a quien no conocía antes personalmente: una gran persona, un héroe de la democracia en medio del delirio octubrista. Y le deseo el mayor de los éxitos a su sucesor, Andrés Jouannet.
“Para los que estuvimos en la centroizquierda por el Rechazo, no fue fácil”
Es jueves, y en el ex Congreso Nacional de Santiago se respira un ambiente especial. Hace pocos minutos partió de ahí el cortejo del expresidente del Partido Comunista Guillermo Teillier y todo pasó de ser inusualmente activo a silencioso y casi vacío.
Eso adentro de los terrenos del edificio. Porque afuera, por Catedral, hay muchos transeúntes que observan las ofrendas florales dejadas para el fallecido líder del PC. Ellos mismos insultan y gritan a la senadora Ximena Rincón cuando ella sale a los jardines para las fotos de esta entrevista.
Es algo que, en todo caso, no le afecta. De hecho, más bien se ríe. Y es que, comenta, hay otras cosas más importantes de las que preocuparse.
Algo de esto se ve en su oficina, donde tiene una muda de ropa lista, pues en pocos minutos emprenderá un viaje a la Región del Maule, para visitar las zonas más afectadas por las lluvias.
También se nota en las varias minutas que tiene en su escritorio, sobre pensiones, salud, 50 años y otros temas en los que está trabajando.
Todas materias en las que, según cree, el foco de trabajo sería probablemente muy distinto si hace un año hubiese ganado el Apruebo, en el plebiscito del 4-S. Un proceso en el que ella, como uno de los rostros de centro que se jugaron por el Rechazo, fue clave.
“Para quienes luchamos contra la dictadura siendo muy jóvenes, para los que siempre pensamos que debíamos tener un texto constitucional que nos reuniera a todos y a todas, fue bien frustrante enfrentarse a la opción de decir, ‘¿saben qué? Esto no es lo que queríamos'. Fue duro, pero también desafiante a la hora de defender los valores, las condiciones, los principios en los que creíamos y que necesitaban coraje y fuerza para ser representados, aunque nuestro espacio político hubiese decidido otra cosa”, dice hoy.
—Se peleó con mucha gente. Su relación con el partido de toda su vida cambió y eventualmente se quebró. Un año después, ¿valió la pena el esfuerzo?
—Es cierto que eso pasó, pero me siento súper orgullosa de haber sido parte de ese proceso. Para los que estuvimos en la centroizquierda por el Rechazo, como le llamamos en ese minuto, no fue fácil. Pero fue consciente. Me expulsaron de mi partido, me maltrataron, pero tomé la decisión convencida de que era lo que había que hacer, y de que era lo que hubiesen hecho los fundadores de la DC, Frei, Tomic, Leighton, Fuentealba. Ellos no dudaron en defender la democracia en momentos duros de la historia, y no hubiesen dudado en estar en el lado correcto de la historia.
—¿Cuándo se da cuenta de que el proyecto de la Convención no tenía vuelta?
—En febrero de 2022 ya nos dimos cuenta de que no había opción de remontar, de hacer entender a la izquierda, a la extrema izquierda, al FA, al PC, a la famosa Lista del Pueblo, de que esto no se trataba de una revancha, sino de que se trataba de escribir un buen texto. Asumimos que no había forma de cambiar el tono.
—¿Cómo se gestó la épica de la campaña del Rechazo? Incluso se juntaron la centroizquierda y la centroderecha...
—Trabajo en política desde los 14 años. En esa época, en el colegio, y luego en la universidad, trabajábamos por recuperar la democracia. Todos teníamos una mirada compartida. Para el 4 de septiembre también había una sola mirada: la certeza de que el texto era malo. No resolvía los problemas del país, no tenía una mirada de esperanza, sino de destrucción.
“La idea común de que era una mala propuesta le hizo sentido a la ciudadanía, que vio a un grupo de hombres y mujeres, que si bien naturalmente hubiesen estado por el Apruebo, fueron capaces de decirle a su gente que ese no era el camino”.
“Tenemos un gobierno que insiste en hablarle a su 30%”
—Tras el 4-S, usted dijo que se reivindicaban los 30 años. A la postre, ¿fue así?
—Se han ido reivindicando. El 4 de septiembre fue un tremendo llamado de atención contra esta idea de que todo estaba malo, y que nada se podía rescatar. Los hombres y mujeres que fueron partícipes de ese período de nuestro país fueron tremendamente reconocidos y respaldados ese día. Pero aún falta consolidar la importancia del desarrollo, de la democracia y de dos conceptos muy importantes: derechos y deberes. El país debe apostar por eso.
—¿Por qué no está apostando por eso ahora?
—Porque tenemos un gobierno que insiste en hablarle a su 30%. Probablemente porque basado en las encuestas y en estudios empíricos en el mundo, sabe que con un tercio se pasa a segunda vuelta.
—Y las lecciones dejadas por la violencia del estallido ¿se aprendieron?, ¿se acabó el octubrismo?
—La inmensa mayoría del país no respalda la violencia, no está por los medios violentos. El tema ahora es cómo quienes estamos en política nos atrevemos a imponer el sentido común, la mirada de los acuerdos, de las miradas compartidas, para salir adelante. Eso requiere coraje, valentía, salirse de las tribus donde uno ha estado durante mucho tiempo.
—Pero tras el triunfo del Rechazo usted dijo que se había recuperado “el sentido común”. ¿No fue así?
—La sociedad fue la que impuso el sentido común. La política, en cambio, aún no lo recupera. Aún no logra entender lo que nos demanda el país. Y lo digo por el nuevo proceso constitucional, en el que pasamos de una extrema izquierda refundacional, revanchista, a una extrema derecha que quiere imponer su mirada conservadora, y yo diría elitista, del país.
“La derecha tiene la responsabilidad”
—La evaluación post 4-S fue que la ciudadanía quería una nueva Constitución, pero no la que propuso la Convención. Pero ¿sigue siendo así? El entusiasmo ha bajado...
—Es que la ciudadanía se dio cuenta de que el texto constitucional no resuelve los problemas de delincuencia. En ese contexto, los grandes perdedores son los republicanos, que prometieron en sus campañas que iban a resolver la delincuencia con el texto constitucional. Eso no es así y la ciudadanía se da cuenta.
“Es claro que los que votamos Rechazo el 4-S no necesariamente vamos a votar Apruebo el 17 de diciembre de 2023. Va a depender de la sabiduría que muestren los que tienen la posibilidad de construir un texto que convoque, y no para imponer su mirada. Y de si Chile Vamos es capaz de decirles a republicanos que no está de acuerdo, o va a sucumbir igual que el PS sucumbió a la izquierda.
—O sea la pelota está en la derecha...
—Efectivamente. Ellos tienen la responsabilidad. Y la pregunta es, ¿están a la altura? ¿O van a insistir en escribir el programa de gobierno de Kast?
—¿Y qué temas le preocupan específicamente de este proceso?
—Hay varias alertas. Sobre todo está la enmienda que hace republicanos a los quorum. Nosotros nos jugamos por sacar adelante la reforma constitucional para bajar los quorum a 4/7 y resulta que ahora quieren volver a los quorum pétreos. Otro tema es el Estado social y democrático, que creemos que está amenazado.
—¿Qué sucederá si esta propuesta se rechaza? ¿Puede haber una nueva oportunidad?
—Si pasa eso, debe haber un compromiso de la política con el país, para que con el texto que hoy tenemos, con los quorum que habilitamos, se puedan hacer reformas que permitan consolidar derechos y deberes y el Estado social.
—O sea, el proceso deberá encauzarse desde el Congreso...
—Sí. No están los tiempos para más. Quienes están hoy en el Consejo deben entender que esta es la última oportunidad. Los tiempos no están para pedirle a la ciudadanía un tercer proceso. No están los recursos económicos. Y a la gente le importan las urgencias, económicas, de seguridad, salud, donde hay absoluta inacción del Gobierno.
—¿Tiene esperanza?
—Soy optimista, por naturaleza. Pero si se aprueban las enmiendas que propone el sector republicano, si no se abren a acoger el planteamiento de nosotros, claro, vamos a un segundo rechazo.
—En los 70 la izquierda dijo “Con Tomic ni a misa”. ¿Ud. iría a misa con Kast? ¿Y con el PC?
—Hemos dicho que vamos a pensar en el país, a construir acuerdos con las fuerzas democráticas de Chile y que los extremos están fuera de eso.
No a la conmemoración del 4-S
—¿Va a participar en actividades de conmemoración del 4-S?
—No voy a participar en ninguna actividad pública. Hasta ahora solo tenemos espacios de reflexión nuestros como demócratas.
—¿Es una decisión suya o no la invitaron?
—La única actividad a la que me invitaron es una que va desde republicanos a Amarillos. Y dije que no iba a participar en ese espacio, menos cuando no vemos de parte de Chile Vamos ni de republicanos un ánimo de construir un espacio en el que todos estén. Si siguen con la idea de imponer una mirada porque tienen los votos, no vamos a estar.
—¿Deben ser similares los tonos de las conmemoraciones del 4-S y el 11-S?
—Sobre el 4, no podemos conmemorar ni celebrar si uno no ve intención de construir un gran acuerdo. Han pasado varios meses y parece que no se entendiera por parte de quienes estuvieron en el Rechazo que tenemos que ser capaces de construir un texto que no repita el mismo error de antes.
“Y respecto del 11, para nosotros es fundamental el ‘nunca más'. Trabajamos con Sergio Micco en eso. Llamamos a nunca más volver a tensionar la convivencia; nunca más deteriorar el Estado de Derecho, nunca más quebrar la democracia y nunca más violar los DD.HH.”.
Definiciones:
—Pensiones: Consolidar la PGU
—Como Demócratas hemos estado desde hace meses haciendo propuestas. Chile debe volver a crecer. Pensiones es un eje de la seguridad social. En ese sentido, creemos que hay que consolidar la PGU y avanzar en la línea de la seguridad social, que es fundamental. Esperamos que el Gobierno recoja esto. Hemos tenido respaldo y otros partidos piensan parecido a nosotros.
—Salud: “El Gobierno está ad portas de hacer colapsar el sistema”
—El Gobierno sacó una minuta absolutamente mentirosa respecto de que estábamos salvando a las isapres; falso. La Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN) nos ha dado la razón. El Gobierno está ad portas de hacer colapsar el sistema de salud en Chile.
“El director de Fonasa se jactaba de que teníamos 16 millones de afiliados. Y la pregunta es, ¿cuántas respuestas hay para ellos? Los GES tenían su prestación garantizada en el sistema privado. Ahora ¿quién se las va a dar? Y así, suma y sigue. Y cuando esto pase, la ciudadanía no les va a protestar a las isapres, le va a protestar a La Moneda”.
—Crisis en regiones: “Hay problemas de falta de preparación”
—El Gobierno cuando asumió, pidió que no avanzáramos en nuestros planes de regionalización porque tenía un compromiso con los gobernadores. Pero hasta el día de hoy no se avanza. Hay falta de recursos, se relajaron los controles y a eso súmele el desastre de las emergencias.
“El Estado llega tarde, lento, mal, no hay una institucionalidad que permita dar respuesta, de manera eficiente, proactiva, a la ciudadanía cuando se enfrenta a estos desastres. Las ayudas económicas no llegan. Tenemos pérdidas de cosechas, sin posibilidad de recuperarse, cobros de impuestos que no se han condonado o suspendido. Todo es muy lento y muchos signos de interrogación. Tenemos problemas de falta de preparación, de expertise de quien gobierna hoy”.
El evento más importante en la historia moderna del país y lo que va a guiar las votaciones por muchos años, tal vez décadas.
Coincido con Warnken.
Fue una reacción primal del país. La clase política aún no entiende eso.
No pueden moldear esa reacción primal. Tampoco pueden encausarla.
Solo pueden subirse a la tendencia y amplificarla, o salirse del paso de ella. No pueden ir en contra y pensar que pueden modificarla. Tal vez si puedan reducir el tiempo o el impacto.
Creo que ese es el gran error de toda la sociedad en su conjunto. Los políticos que crean, o engrupan, que pueden modificar esas grandes tendencias, y la gente que les cree que lo pueden hacer.
La sociedad y la política que es un reflejo de ella es un péndulo en continuo movimiento. Que tan amplio es el balanceo dependerá de los políticos que interpreten a su pinta esa tendencia y la amplifiquen.
Allende interpretó que ese movimiento hacia la izquierda de la década anterior era full revolucionario. Y llevó el péndulo a un extremo. Volvió el péndulo con Pinochet que lo interpretó al otro extremo. Y después de la renuncia voluntaria de Pinochet, que es lo que realmente fue, se permitieron barreras y contenciones gracias a ello para que el péndulo se detuviera o fuese contenido básicamente en el medio.
Eso es lo que nos permitió crecer por 30 años. Una vez que las barreras de contenciones se comenzaron a sacar por parte de la izquierda, la energía cinética atrapada del movimiento por esas barreras nos llevó de nuevo hacia el otro extremo de izquierda, hasta que llegó el 18O, y los narcisos interpretaron, de nuevo, que el movimiento a la izquierda era full revolucionario.
Es la oportunidad, como dice Warnken, de colocar una constitución minimalista que restringa a los gobiernos de hacer huevadas, que básicamente es que muevan el péndulo hacia un extremo y evitar la reacción de revancha que lo mueva al otro extremo.
El país crece y se desarrolla en un movimiento pendular pequeño con centro de gravedad en el medio. Como posterior a Pinochet que fue nuestro mayor periodo de desarrollo.
Pero no va a pasar. Nunca pasa. En Chile detuvimos el péndulo no por grandes estadistas, sino porque estaban las barreras de contención.
La única vez que eso sucedió debido a estadistas fue al término de la segunda guerra mundial, donde los líderes aliados de occidente se pusieron de acuerdo en castigar a los líderes nazis, pero ayudar la reconstrucción de Alemania y convertirlos en aliados. Eso dio lugar a la Pax Americana de casi 80 años y al periodo más próspero en la historia de la humanidad.
Entendieron que la gente lo único que quiere es vivir en paz y tener trabajos que les permitan llevar sus estilos de vida elegidos. Son los líderes los que llevan las cosas a extremos.
Por eso creo que el modelo de repúblicas representativas debe morir.
Los representante son los que finalmente amplifican esas tendencias sociales y económicas mucho más allá de lo que la sociedad realmente se está moviendo, o debería moverse.
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Me gustó esta entrevista habla lo que has comentado de Bruno:
ResponderEliminar"Lo que pasa es que siempre se han concentrado en la violación de los derechos humanos y el quiebre de la democracia. Pero claro, entrar en la discusión de la UP es complicado. Y es controvertido, porque fue un tema intocable, mitificado por la izquierda, pero también porque seguimos divididos como sociedad respecto de la interpretación de los hechos"
"No sé si fue ambicioso o voluntarista, pero que Isabel Allende tenga que salir a decir en una entrevista que no tiene sentido imponer una verdad oficial significa que planteaste muy mal los términos de la conmemoración"
"Carmen Hertz habló del absurdo de que pretendíamos someter el pasado a la reflexión histórica. Justamente necesitamos someter a la perspectiva histórica no por relativismo ni por justificación de lo que pasó, sino para tratar de entender"
https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/josefina-araos-historiadora-la-clase-politica-esta-enfrascada-en-un-intercambio-a-gritos-donde-unos-emplazan-y-otros-salen-a-provocar/OB7LRCBTDBHSZOU42BSQHKLYMI/
El país no creció estando en el centro.
ResponderEliminarEl país creció mientras estuvo Pinochet gobernando.
Después de Pinochet Chile comenzó a caer en cámara lenta ☺️
Nop. Creció después de su salida. Sentó las bases de ese crecimiento con las infraestructuras financieras, legales y administrativas, pero no hay confianza en el estado de derecho de un país si hay un gobierno militar a cargo.
EliminarRevise el gráfico de José Piñera amigo, saludos!
EliminarAnónimo del 3/9/2022 a las 20:35 y 21:19:
EliminarEse crecimiento de la dictadura del 7% fue opacado por la alta inflación que solo se empezó a corregir definitivamente desde el gobierno de Aylwin, ¿De qué sirve un crecimiento del 7% con una inflación del 10%? Eso sería un crecimiento real de casi un -3%, el crecimiento real de Chile en toda su plenitud se dió en el gobierno de Lagos, y en menor medida durante el primer gobierno de Piñera, si no hubiese sido por el 27F hasta podría haber superado a Lagos en crecimiento real, no nominal.
[img]https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/8b/GDP_per_capita_LA-Chile.png/1200px-GDP_per_capita_LA-Chile.png[/img]
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