“No estaba en mis planes”, dice el senador PPD Jaime Quintana, cuando se le pregunta por el desafío que acaba de comenzar, el lunes, como presidente del PPD —su segunda vez en el cargo—, en uno de los peores momentos del partido.
“Pensaba en que en dos años más terminaría mi período como senador y planeaba hacer un magíster. Era algo que estaba muy avanzado, y ahora tuve que postergar”, dice el senador por La Araucanía, quien recuerda triste cómo en medio de las negociaciones por lograr su concurso, su padre estaba en estado crítico de salud. “Lo perdí esa semana”, dice.
Cree que, en comparación con lo que vivió hace más de diez años, en su anterior mandato, hoy nada es igual. “Todo es distinto. El país, el partido, el Gobierno”.
Incluso él es distinto, dice, algo avergonzado pero no arrepentido, cuando se le recuerda su famosa frase de 2014 cuando, comenzando el segundo gobierno de Michelle Bachelet, dijo “no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal de la dictadura”, refiriéndose a los proyectos dejados por la administración Piñera.
“Cuando uno está en lo público, es saludable cambiar. Pero convengamos en que el país también cambió. La frase de la retroexcavadora fue en un contexto de reformas profundas necesarias, antes del estallido. Los actores no nos podemos quedar pegados. ¡Pero tampoco se me puede apuntar a mí siempre!”, expresa y agrega que aquella vez se refería a la “crisis educacional del país”.
Ya había cambiado algo de esa imagen cuando, en 2019, como presidente del Senado fue uno de los articuladores del acuerdo del 15-N, “por la Paz y la Nueva Constitución”. “Yo siempre he estado por el diálogo”, dice hoy, “y creía que había que hacer esos cambios”.
—¿Y cuál es el Jaime Quintana que dirige el PPD hoy?
—Estoy volviendo a conocer el partido. La situación no está fácil, pero haremos el mayor de los esfuerzos.
—Califica al PPD como “un partido de frontera”. Pero ¿le gusta que lo sea?
—Lo que pasa es que en las coaliciones, y los gobiernos multipartidos, es muy usual encontrar colectividades o movimientos que están en los bordes, y eso es bueno transparentarlo. El rol del partido frontera, significa que basa su capacidad en diálogos con todas las fuerzas políticas.
“Además, vamos a respaldar lealmente al Gobierno, sin caer en la obsecuencia. Para un gobierno que tiene los objetivos que se ha trazado, de reformas importantes, el contar con partidos que logren dialogar con otras fuerzas puede ser virtuoso. Hoy los alineamientos no son a ciegas. No son tiempos de obsecuencia. Se requiere mucho diálogo y habrá matices. Disensos. Habrá que conversar mucho al interior del Gobierno, con el oficialismo y la oposición”.
—O sea, dice que el Gobierno necesita del PPD...
—Claro, sobre todo ahora, que tiene minoría en ambas cámaras. Con Bachelet, la DC tuvo un rol similar de partido frontera. Se necesitan más partidos así. Y ese matiz hoy le corresponde jugarlo al PPD.
—¿Y ese rol, se traduce en acercar al Gobierno con el centro, incluso con la centroderecha?
—Primero habría que ver cuáles son las fuerzas de la centroderecha, que creo que las hay, que estén dispuestas a no ser tironeadas por las miradas más extremas de ese sector, como son los republicanos. Pero podemos establecer un diálogo con todos.
“Esperamos que los canales existan”
Para Quintana, en su gestión iniciada el lunes comienza una nueva etapa en la relación del PPD con el Gobierno. Una en la que se busca “ya no depender tanto del liderazgo de Carolina Tohá y colaborar más en todos los planos, institucionalmente. El PPD ha tenido, y puede llegar a tener bajo mi conducción, diferencias tácticas con el Gobierno, en el diseño de una eventual política pública. Esperamos que los canales existan”.
—La ministra Tohá es la integrante del PPD más importante en el Gobierno. ¿La ve como posible candidata presidencial?
—Es prematuro proyectar eso. El Gobierno está con dificultades en su ejercicio y aún no cumple los dos años. Pero claro, Carolina es un liderazgo importante, y la centroizquierda, no solo el PPD, debe cuidar a todos sus liderazgos. Ella, además, está actuando como una primera ministra, resolutiva, hilada con el Presidente de la República
—Su antecesora, Natalia Piergentili, tuvo varias diferencias con la ministra. ¿Cómo está ahora la relación entre ella y el partido?
—En general, con el Gobierno creo que estamos partiendo bien la etapa, pero la política siempre puede sorprender. Nosotros vamos a poner un gran esfuerzo no solo en que la relación del PPD con el Gobierno sea buena, sino en que al Gobierno le vaya bien, para que exista un relato estratégico y poder incidir en definiciones de política pública.
—Y ahora, después de la conmemoración del 11-S, ¿qué viene para el Gobierno?
—Se van a desencadenar muchos temas. Y yo espero que no sean solo nubarrones. Por ejemplo, es necesario hablar con la oposición de llegar a acuerdos en el tema pensiones. Si no logramos eso en los próximos meses, el daño será grande. El Gobierno debe tener claro, antes de marzo, el panorama de futuro de sus reformas. Los meses que vienen serán tensos.
—En el Socialismo Democrático se le ha criticado al Gobierno que llega al Congreso sin haber conversado bien de estas reformas con el Legislativo, ¿qué opina?
—No es que haya falta de diálogo. Pero convengamos en que varios de los partidos, a la hora de la verdad, terminan desacoplándose. Ha habido varios desmarques importantes de las fuerzas oficialistas.
—¿Por qué esto no se ha logrado ordenar? Las dos almas parecen ser un tema sin solución...
—Hablamos de esto con el Presidente. Creo que el problema obedece a un tema de diseños. Hay fuerzas sectoriales que no están siendo representadas. Y eso se traduce en que cuando el proyecto llega de un ministerio a otro, o al Congreso, la vuelta debe ser muy larga.
—¿Cambiaría este panorama con la creación de una federación de socialismo democrático, como la que Ud. propone?
—Es importante tener claro que en el Gobierno hay dos coaliciones. Por eso, nadie debe impedir la agrupación de las fuerzas más afines. Tal como el Frente Amplio tiene todo el derecho de constituirse como partido, es necesario que en el Socialismo Democrático también lo hagamos. Ese paso es crucial para mejorar nuestra organización.
—Su partido está en un mal momento y se jugará la vida en las próximas elecciones, ¿cómo las enfrentará?
—En general, los partidos están en una franja de adhesión similar. No hay partidos que estén mejor que otros. Hay una amenaza que se cierne sobre nuestro sistema político, de forma transversal.
“Pero está claro que son las elecciones las que nos miden. Por ello esperamos que el contexto sea óptimo para enfrentar ese proceso. Será un tema central, que ya está siendo conversado por la mesa. Además, la elección municipal es fundamental pensando en la presidencial que viene, que yo creo que no está perdida para la centroizquierda. Pero hay que tomar definiciones sobre cómo unir nuestros continentes, pronto”.
—¿Ahora sí el PPD se sumará a una lista común del oficialismo?
—Sí. Estamos por una lista común para los cargos como alcaldes y gobernadores. Aunque debiera haber algún grado de flexibilidad para el concejo municipal. Eso habrá que pensarlo bien.
“El problema son los maximalismos de lado y lado”
“El único acto en que se van a reunir todos los actores republicanos es en el cambio de mando del PPD”, dice, con algo de picardía, sobre las gestiones del Gobierno para lograr un acuerdo por los 50 años del Golpe.
—¿Por qué no se logró esa declaración entre todos los partidos?
—Nunca imaginé que a 50 años se iba a estar discutiendo una Constitución al ritmo de la extrema derecha, y menos que sería imposible consensuar un documento sobre democracia y derechos humanos en todos los partidos políticos.
“El auge del Partido Republicano claramente ha empujado a Chile Vamos para tomar posiciones más extremas que antes. Pero también está la responsabilidad histórica que una parte de la izquierda tuvo en la Convención Constitucional, que no solo nos tiene en riesgo de terminar con una Constitución peor que la actual, sino que también influyó en este clima político polarizado que enlodó el carácter de Estado de la conmemoración por los 50 años”.
—¿Fracasó la opción de lograr ese carácter de Estado?
—La declaración de los expresidentes va claramente en la línea de una conmemoración de Estado, pero me habría gustado más que se lograra entre los partidos. El gran problema son los maximalismos de lado y lado, que a veces se transforman en un bumerán. La idea de refundar Chile que primó en la Convención ahora genera un riesgo de rebote.
—¿Dice que hay una pasada de cuenta de la derecha por el proceso constitucional anterior?
—Para mí, algo de eso hay.
“El problema más grande es que si nos ponemos a dividir la cancha entre demócratas y quienes no lo fueron, es difícil que lleguemos a consensos mínimos. Es cierto que en Chile hay sectores que apoyaron desde el inicio, y hasta el último día, a una de las más cruentas dictaduras del continente. Y ellos deben hacer esa autocrítica. Pero también es cierto que hace 50 años la defensa de la democracia no era un tema de consenso en el sistema político chileno. La violencia no fue patrimonio de un solo sector. En la izquierda hubo facciones, no partidos, que abogaron por acelerar el proceso revolucionario, aun si eso implicaba pasar por encima del Estado de Derecho”.
“Hoy, en cambio, sí tenemos, o debiéramos tener, un consenso. Y por eso me cuesta entender que no se logre un acuerdo transversal. Creo que cuando pasen los efectos del triunfo del Partido Republicano en mayo, algunos de la derecha se van a hacer la pregunta de si se perdieron una oportunidad”.
—Para Ud., ¿se debe cerrar o cambiar el régimen de Punta Peuco?
—Una acción como esa debe ser mirada de forma transversal. Dado que hay un colapso en las cárceles de hoy, no creo que deba ser una decisión solo simbólica. Hay que mirar el contexto mayor.
“Se podría repetir la crisis de 2019”
—El proceso constitucional está en un momento crítico. ¿Por qué? ¿Puede ser esta la última oportunidad del proceso?
—Puede ser la última oportunidad. Hay un error de la centroizquierda en reírse de las enmiendas de la derecha. Una creencia de que el texto se va a rechazar solo porque lo escribieron los republicanos. Pero la realidad es que es perfectamente posible que se apruebe una Constitución de ese partido en diciembre.
“El problema constitucional no se va a resolver con una carta de trincheras aprobada por un 50%. Porque eso significa que el otro 50% no va a sentir la Constitución como suya, y se podría repetir una crisis social como la del 2019”.
—¿Qué debiera cambiar? Por ejemplo para que Ud. apruebe...
—Estamos a tiempo de que se alcance un acuerdo, un texto, que todos podamos salir a defender. Ojalá no desaprovechemos esta segunda y última oportunidad.
“Se están incorporando cosas de política pública que ahora pueden ser muy populares, pero en el futuro no necesariamente. Nos estamos apartando de los valores compartidos de la sociedad. Además hay retrocesos en derechos de la mujer, en derechos reproductivos”.
—Se acaba de aprobar un nuevo estado de excepción para la macrozona sur. ¿Se ha avanzado en el combate a la violencia en la región?
—Según los datos que entrega Carabineros, fiscalía, el Gobierno, se muestra que hay una baja del crimen, aunque hay unas zonas determinadas que siguen en alza. En términos netos hay una baja en los hechos de violencia. Pero no podemos cantar victoria.
—¿Qué expectativas tiene de la Comisión de Paz y Entendimiento?
—Respeto la decisión que se tomó, de tener más actores políticos en este tema. Pero tiene dificultades. Los mismos actores políticos habíamos tratado de dialogar antes y no se llegó a acuerdo. Espero que esta ocasión no desaprovechemos la oportunidad que tenemos, que puede ser de las últimas.
—¿Cómo ve al Gobierno post caso Convenios?
—Espero que surja una oportunidad para mejorar cosas, pero los planteamientos de la Contraloría son demoledores.
WAIt FOr IT…
Wait for iT…
Oh boy…
En realidad tiene razón.
No está perdido para la centro izquierda.
Si existiera. Ahora todo el país sabe que no son centro izquierda. Son izquierda marxista encubierta en un manto de centro izquierda social demócrata que salió volando con el apoyo al apruebo.
Éstos partidos van a desaparecer.
Son izquierda wannabe marxista disfrazadas de centro izquierda democrática, pero ya nadie les compra el disfraz.
En el resto, es como preguntarle a un hincha de Colo Colo que la parece el que la U le esté ganando por paliza.
No va a salir ningún análisis objetivo, obviamente.
Ya sabemos que la izquierda e izquierda extrema piensa que los republicanos son los nuevos nazis. Y sabemos que los republicanos piensan que los narcisos son los nuevos Allendes.
El chiste es proyectar eso en la sociedad y como va a modelar la política representativa en lo que le queda de vida.
Para eso están las elecciones. Esa es la base de datos. El resto es paja.
Y todo lo que intenten hacer los políticos para convencer a la gente de que voten diferente es una estupidez.
La gente ya se hizo la idea.
La gran campaña de marketing de la segunda vuelta de Boric, presentándose como centro izquierda y nazificando a Kast o a republicanos no va a resultar obviamente de nuevo. No son creíbles ya para ello.
Tienen que encontrar un nuevo enemigo. No es Kast. No es Piñera. Menos Matthei. Tampoco los 30 años.
Ese es el problema que tienen. Ahora, los villanos son ellos.
Y el gran riesgo es que surja una real centro izquierda que vaya contra ellos.
Ahí desaparecen todos los pérkins y los anarcos progres, el PC sería el único sobreviviente, como siempre.
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Ya está la real centroizq., en Ev0p0li y cierta f.ac.ción de R.N. La U.DI es de der. a centroder., y republican0s ser.
ResponderEliminarQuise decir republican0s der., corrector C...
EliminarMe parece perfecto que sigan pensando así jajaja
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