@latercera
El año 2001, los beneficiarios de isapres requirieron un promedio de 14 prestaciones de salud, como consultas médicas, exámenes de diagnóstico, cirugías o procedimientos de apoyo. En 2011, la cifra subió a una media de 21 atenciones por usuario, configurando un alza del 50% en el uso del sistema en una década.
Así lo revela el balance hecho por las aseguradoras privadas y que cifra en 61 millones las prestaciones realizadas en 2011, es decir, 20 millones más que las dadas en 2001.
El alza -que es una de las justificaciones de aumentos de costos del sistema- está impulsado por los exámenes diagnósticos, que en 10 años pasaron de 15 millones a 20 millones, seguidos por los procedimientos de apoyo clínico, que subieron de casi nueve millones a 12 millones.
El alza de las prestaciones en el sistema, a juicio de Rafael Caviedes, director ejecutivo de la Asociación de Isapres, responde a factores de desarrollo tecnológico y a la necesidad de los médicos de precisar sus diagnósticos, para evitar demandas. “Hay exámenes que precisan o reconfirman el diagnóstico, que hace pocos años no existían”, dice Caviedes, quien añade que “la industria del litigio médico obliga a los profesionales a cautelar su responsabilidad en el diagnóstico con la mayor precisión posible dentro de los que ofrece la técnica disponible”, dice.
Otra razón apunta al tenor preventivo de las atenciones -que elevan la cifra de exámenes que se piden- y al envejecimiento de la población. Un ejemplo de esto es que en 2011 los usuarios de 75 años triplican el uso promedio, con 62 prestaciones en pacientes mujeres y 72 atenciones en el caso de hombres. “El factor económico influye. La gente está dispuesta a destinar más recursos en salud. Prefiere asegurarse y hacerse los exámenes necesarios para minimizar riesgos ”, dice Caviedes
SOBRECONSUMO
Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, dice que el alza de las atenciones es consecuencia del modelo “fee for service” o pago por servicio. “Estimula que los prestadores hagan más atenciones, porque su utilidad viene de cuántas se hacen. A eso se suma que el modelo de atención, pese al cambio demográfico, no es integral. Hay una libre demanda de especialistas y eso estimula el gasto y el consumo, porque un adulto mayor va a estar viendo cuatro o cinco médicos paralelamente”, afirma Sánchez, quien afirma que existe, además, un sobreuso de tecnología. “El médico no paga la cuenta y genera todos los exámenes que le parecen razonables. No hay un incentivo para un control de gasto”, añade Sánchez.
Para el presidente de la Sociedad Chilena de Geriatría, Víctor Hugo Carrasco, la situación actual es de un “consumismo sanitario”, con una generación perversa de demanda desde los prestadores y personas, que van al médico como quien va al supermercado. Hay un modelo desagregado que no concibe la salud como un todo y un paciente que va de especialista en especialista”, afirma.
Fernando Muñoz, salubrista de la U. de Chile, coincide en que se requiere un sistema integral. “Este sistema de pago incentiva a los prestadores, clínicas y centros privados a hacer el máximo de atenciones posibles, independiente de su pertinencia”, explica.
El jefe de desarrollo estratégico del Ministerio de Salud, Emilio Santelices, dice que hay un sobreconsumo en el sector privado, especialmente al compararlo con el seguro público, donde en 2011 se entregó una atención médica por persona. “Hay un mayor uso, sin que se relacione con mejores resultados en salud. La expectativa de vida es similar”, añade. Enrique Paris, presidente del Colegio Médico, dice que los pacientes han desarrollado una cultura de ir a varios especialistas cuando lo estiman conveniente, pese a que un un médico general podría canalizar varias patologías. “A eso se suma que hoy un médico debe atender en pocos minutos, así es que piden diversos exámenes para asegurarse de diagnosticar correctamente y evitar una demanda”, dice Paris.
21 prestaciones por beneficiario¡¡¡…WTF…
Realmente una verdadera locura desatada.
Hace algunos días conversaba con una amiga enfermera respecto de esta locura, aunque sin estos números, sólo con la percepción. Yo no voy al médico desde el año pasado, y solo por exámenes obligatorios de mutualidad para visita de faenas en alturas. Sin contar esto, la última vez que fui a un doctor fue el 2011 (oftalmólogo), y antes de eso por un esguince en el hombro el 2009. Mi criterio es simple. Si me siento bien, para que diablos voy a ir al médico. Cuando dije esto la cara de mi amiga se desencajó. “Ese el principal problema en el país¡¡¡, nadie va al doctor cuando todavía se pueden detectar los problemas antes que se produzcan¡¡¡”. Hablando de lavado de cerebro…
Por supuesto si tu dieta consiste en parrilladas, pizzas, bebidas, helados y chatarras varias junto con la cerveza de rigor y el trago largo para finiquitar el día, y tu actividad física mayor es empujar el carro de compras de lo anterior en el supermercado, lo más probables es que si tengas que tener muchos exámenes preventivos.
En esta época y tiempo, existe el incentivo perverso de estropear sistemáticamente tu cuerpo porque el “repararlo”, o arreglar los síntomas es “gratis” para un porcentaje de la población que cuenta con isapres y buenos planes. Para que voy a comer como persona civilizada, con porciones razonables, comida preparada en casa, con ingredientes naturales y con la antigua costumbre milenaria de quedar con un poco de hambre en cada comida porque eso hace disfrutar plenamente la siguiente, y hacer un par de flexiones en el piso o barras cada cierto tiempo, si puede comer y tomar como energúmeno cavernario hasta reventar porquerías químicas azucaradas y grasientas viendo tele, porque el doctor me va a dar una pastilla para bajar el colesterol y la presión??… y en el peor de los casos, tengo un seguro que cubre un bypass de corazón, o gástrico, o ambos??.
Por supuesto esto es injusto, el resto mayoritario de la población exige que ellos también puedan estropear sus cuerpos y salud sistemáticamente “gratis” en lugares de igual calidad que las clínicas privadas.
Esto es más profundo. El tipo de alimentación al que puede acceder la gente de menores recursos es de una calidad paupérrima, en el mejor de los casos, y francamente dañina en la mayoría de otros, así como tiempo para realizar alguna actividad física relevante.
La salud, no la corrección de una deficiencia de esta, es un esfuerzo continuo que contempla adecuada calidad de nutrientes, adecuada cantidad de actividad física que preserve la masa muscular y estabilidad mental o emocional (lo máximo que se pueda). Hoy todo el enfoque de “salud” es intentar corregir todas las deficiencias, no evitar que estas se produzcan en primer lugar.
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