Un condenado por homicidio como invitado de honor; gritos y forcejeos; un video manipulado para inventar un escándalo. Esta semana, el Congreso Nacional mostró que la vara podía bajarse aun más.
No es que el nivel fuera demasiado alto antes. Pero, pese a todo el ruido ambiente, al menos estábamos intentando conversar sobre algo: cómo encauzar un estallido, sobrevivir a una pandemia, redactar una Constitución, elegir a un Presidente, decidir en un plebiscito.
Ahora, hasta eso se acabó. Desde el 5 de septiembre no hay un tema, no hay un horizonte. Sólo una cacofonía espantosa en que todos tratan de gritar más y más fuerte, de llamar la atención causando el peor escándalo, de ser protagonistas bajando aun más la ya rasante vara de inhumanidad y payasadas.
Una coreografía patética, en que las instituciones de la República bailan al ritmo de DJ Pancho Malo.
El oficialismo y Chile Vamos dilatan el acuerdo constitucional: ya no será en octubre, por la muy seria razón de que “octubre huele a octubrismo”. Así, le entregan el protagonismo a la “mesa paralela”. El senador Juan Castro invita a ella a un condenado por homicidio y se escuda en su ignorancia: “no le conozco prontuario”. El autoproclamado “Sheriff” del Congreso no deja pasar la ocasión de hacer su propia escena, gritando fuera de sí y forcejeando con una asesora.
Los mismos que hablaban del “circo” de la Convención se esfuerzan cada día en superarlo. ¿Si algunos convencionales montaron un circo, cómo se llama lo de estos tribunos de la República? Se reciben sugerencias.
Todo esto, sazonado con la mentira como método de acción política. Esta semana, políticos difundieron un video de la vocera de Gobierno, Camila Vallejo, maliciosamente editado para que pareciera que la ministra estaba relativizando el asesinato de un carabinero, cuando lo que hacía era llamar a testigos del crimen a colaborar con la justicia.
La manipulación era evidente, y el video original fue prontamente subido a las redes, pero no importó. Los excandidatos Parisi y Kast (“el gobierno defendiendo a los asesinos”), la exconvencional Marinovic (“vocera de los delincuentes”), la diputada Jiles, y muchos más, propagaron el bulo con acusaciones altisonantes.
Cuando el asunto ya había sido desmentido hace rato, la exsubsecretaria Katherine Martorell y el expresidente de la DC, Fuad Chahin, se sumaron; este último incluso propuso ¡una acusación constitucional! contra la ministra. Al día siguiente, Chahin rectificó. Otros siguieron y siguen tan campantes. Total, la tarea estaba hecha. El video editado ya era viral en Facebook, TikTok e incontables grupos de WhatsApp.
Los medios de comunicación fallamos. Informamos sobre la “polémica”, e incluso La Tercera tituló con “los traspiés” de la ministra. No estamos haciendo nuestro trabajo como periodistas cuando llamamos “polémicas” a las maquinarias de fake news, “opiniones” a las mentiras, y “controversias” a los engaños. Cuando, en vez de denunciar y exigir cuentas a los políticos responsables de difundir falsedades, los medios pedimos explicaciones a las víctimas de estas campañas de desinformación.
Según Nietzsche, “el mentiroso usa las palabras para hacer que lo irreal aparezca como real”. Es exactamente lo que logran operaciones como esta, y los medios les estamos haciendo mansamente el juego a quienes quieren intoxicar el debate público.
Mientras, el gobierno sigue grogui tras el combo del plebiscito, y en Chile Vamos algunos se entusiasman con darle el golpe de nocaut. Ante la decisión de La Moneda de postergar el depósito del TPP-11, la oposición amenaza con abandonar el proceso constituyente. También anuncian que no aprobarán el presupuesto del transporte público si no renuncia un director de Metro cuestionado por un tuit. ¿Será mucho pedir un mínimo de racionalidad en estas amenazas? ¿O en serio planean dejar sin transporte a millones de personas por un tuit? ¿Creen que eso los prestigia ante la ciudadanía?
Dicen que están pagando con la misma moneda a una izquierda que le negó “la sal y el agua” al gobierno de Piñera, y tienen argumentos para ello. Episodios como la acusación constitucional contra el ministro de Educación, o la insistencia en empujar retiros de fondos con un IFE ya funcionando, fueron algunas de las muestras de irresponsabilidad que dieron desde la oposición quienes hoy ocupan La Moneda.
Pero si Chile Vamos cree que empujando al gobierno al abismo se asegura reemplazarlo, están fantaseando. A la política democrática ya se le acabó el crédito. Se está jugando su último cartucho. Si la élite supuestamente “seria” sigue en este juego hasta 2025, dejará la mesa servida para la autocracia o el populismo. Algunas de sus manifestaciones ya las conocemos: republicanos, Jiles, el PDG (curiosamente, los tres están actuando más unidos que nunca). Pueden surgir otras, más demagógicas, dictatoriales o extremas. Es cosa de echar una mirada al vecindario para hacernos una idea de lo que viene.
Oficialismo y oposición deben dejar de pegarse patadas en las canillas, cerrar el tema constituyente, y definir una agenda de consensos urgentes en temas como delincuencia y pensiones. Deben demostrar a la ciudadanía que la política, ese arte de transformar las demandas populares en políticas públicas eficientes, sí puede funcionar.
Tenemos que encontrar una carta de navegación. Mostrar un horizonte común. Permitir que voces sensatas se escuchen por encima del ruido.
La única salida para no disolvernos en esta cacofonía suicida es volver a conversar. Y ya se nos acaba el tiempo para lograrlo.
En mi memoria al menos, nada va a superar la ovación de pie de la cámara de diputados a la primera línea.
Ese debe ser el punto más bajo en la institucionalidad chilena post dictadura, por mucho.
Lo de Pancho Malo que en realidad no conozco ni se que o a quien representa debe ser una más de enorme cantidad de las cada vez más comunes idioteces impropias de los poderes del estado que se supone nos representan.
Tampoco tiene sentido llorar por las feis nius ahora…
Los medios las alentaron para el lado opuesto TODO el periodo del octubrismo que acaba de terminar el 4S. O no se acuerdan de toda la enorme mierda que le tiraron a carabineros, derecha y fachos pobres en general?…
What goes around, comes around…
Lo comentado desde siempre. Todo en la sociedad es un péndulo, y nos gustaría que ese péndulo no fluctuara de manera exagerada. Pero ya se fue a un extremo izquierdo, y viene de vuelta a máxima velocidad y espíritu de revancha, y en estos momento estamos pasando por el medio probablemente.
Los progres están siendo masacrados. En especial los octubristas.
Y en ese punto coincido con Matamala.
La democracia representativa tiene sus últimos cartuchos antes de que pase ese centro y tal vez pueda ser detenido en la centro derecha o como máximo la derecha.
Kast no es ni remotamente lo peor o más extremo que podemos ir a la derecha…al menos en la visión de los progres ñuñoínos que hicieron toda la campaña de Boric y el apruebo en base al Thanos Nazi de Paine al que los avengers ñuñoínos pobres wannabes tenían que vencer para evitar que fueran encarcelados y quitadas todas las libertades progres…
Yep…así de huevón sonaba antes y así de huevón suena ahora.
Pero que el péndulo no vaya al otro extremo de verdad depende enteramente de la gestión del gobierno en seguridad.
El caos es el que provoca temor y sensación de abandono, y quienes lo desatan lo hacen con la promesa de re establecer el orden si tan solo la sociedad acepta sus condiciones para ello.
THAT IS THE WAY.
Si ahora los octubristas que desataron el caos no son capaces de detenerlo, en las próximas elecciones serán electos los que lo prometan y sean a esa altura creíbles en ello.
Así funciona.
Da lo mismo las pataletas del gobierno, adeptos, árboles huevones o medios proselitistas.
Si no detienen la delincuencia y la inseguridad porque a la visión de cada vez más gente ellos serán los responsables primarios si no lo hacen, están muertos políticamente.
Tienen 3 largos años para degradarse hasta el piso, o hacer algo real con la seguridad y delincuencia. La economía es secundaria en esto.
Todos entienden que no le pegan mucho y que sus soluciones sesenteras no sirven. Pero el sentirse inseguros en un país que lo era antes de que ellos metieran la cuchara es completamente imperdonable.
Tienen 3 años. Que se dejen de huevear con reformas tributarias o de pensiones que se las van a lanzar por la cabeza.
Ya no fue.
Se pasó el ahuevonamiento octubrista. Ahora solo viene de vuela la rabia revanchista y la única forma de detener o contener esa avalancha es realmente destruir masivamente la delincuencia violenta que surgió y retomar la sensación de seguridad. Eso por si solo va a generar confianza en la economía.
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Ahí quedó "el pueblo virtuoso" de Malamata que buscaba sumergirse en un colectivo. La revancha de los alianígenas terminó en un fracaso del cual todos reniegan
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