16 octubre, 2022

Aniversario 18O --- Alberto Mayol: “No sé si se pueda hacer una Constitución nueva en este momento ”

Valmont GIFs - Get the best GIF on GIPHY

@ElMercurio

Pese a estar radicado en España, mientras investiga en varias universidades, el sociólogo Alberto Mayol no pierde pisada de lo que sucede a kilómetros. Cientos siguen su exitoso podcast “La Cosa Nostra”, que conduce junto a Darío Quiroga, Fernando Paulsen y Alejandra Matus, donde desmenuzan el panorama político.

El mismo al que saltó como precandidato presidencial del Frente Amplio (FA), compitiendo con Beatriz Sánchez en 2017. Perdió y terminó alejado del Movimiento Democrático Popular, que albergaba otros pequeños grupos “duros”, como la Izquierda Cristiana, Socialismo Allendista y Ukamau.

“No tengo vinculación orgánica, deteriora la posibilidad de un trabajo intelectual”, dice Mayol (46) desde Valencia, “no me gusta estar preocupado de decir esto y que le moleste a no sé quién”.

En 2013 fue fundador del movimiento “Marca AC” para una nueva Constitución y ha escrito varios libros. “El derrumbe del modelo”, que publicó en 2012, es de los más leídos, como su anticipo de un posible estallido social en el país.

—A tres años de “esa mala noticia”, como la denomina, ¿leyó mal la izquierda, cuando celebró el estallido como el “despertar de Chile”?

—El estallido es un infarto y no sé si la gente celebra los infartos. Había un conjunto de problemas que la política no procesó, no se trabajó para resolverlos, hasta que finalmente estallaron. En una sociedad rota, no hay capacidad de organizarse ni tomar medidas políticas si no hay una base de legitimidad. Era una mala señal de que había que girar, y de que estaban equivocados quienes insistían en perseverar en la misma lógica. La izquierda tomó ese momento de apocalipsis, no apocalíptico, como una posibilidad efectiva de hacer cosas, pero era muy difícil, porque la política y la capacidad social de poder armarla estaban destruidas. Era una mala noticia.

—¿Qué hubo detrás del estallido?, ¿por qué en ese momento?, ¿por qué con esa violencia?

—En todas las radios y canales que escuché el 21 de octubre salían políticos diciendo “no podemos seguir con los diagnósticos, tenemos que actuar”. Y yo decía ¿cuál es el diagnóstico? Se negaron a ver cualquier diagnóstico, desde 2011 a 2019, los dos años de más manifestaciones en los últimos 50 años. Detrás está el malestar social, hecho de anomia, que cuando llega a cierto nivel muy grave, pasa a ser explosiva. En 2011 era susceptible de manejarse con políticas públicas, porque era una conversación con líderes, con temas. En 2019 no tenía líderes ni temas, ya no era administrable.

—¿Cree que no se tomó en serio?

—Una portada enorme en Enade 2011 decía: “terremoto social”. Entonces, el 2019 fue un cataclismo. Y después de un infarto masivo dicen “tenemos que cambiar la Constitución”, una cosa más o menos grande, y a los diez minutos, gran parte de los que están con el gobierno que llama a cambiar la Constitución para calmar las aguas, dicen vamos por el rechazo. Y te creo que voten rechazo de salida, porque no les gustó el texto, pero en el plebiscito de entrada…

—Carlos Peña habla de “malestar” de la “modernización capitalista”. ¿Coincide en que son tensiones del desarrollo?

—El capitalismo puede funcionar bajo nivel de malestar, pero cuando te conviertes en una sociedad de mercado, empiezas a alterar el proceso de sociabilidad. El único cemento que da relativa tranquilidad es que las cosas funcionan bien. “No me siento bien, pero estoy ganando plata”. Si dejas de ganar plata, ¿qué pasa?

—¿Cuánto influyó el bajo crecimiento del país en los años previos?

—Hay toda una generación a la que le dijeron que todo este malestar, agobio, estrés, mala calidad de políticas públicas se compensaba porque estábamos creciendo, y era verdad. Les habían prometido el desarrollo en 5, 10, 15 años y, de repente, se dan cuenta de que no van a llegar. Las sociedades tienen beneficios y perjuicios, la diferencia entre estar en una zona o en la otra no puede ser demasiado elevada. Dejemos de hablar de la desigualdad en términos del PIB. No creo que al socio del 10% de la compañía le guste que le toquen el 3% de los dividendos. Le pasó a Piñera y le reclamó a Ponce Lerou. El mal diseño de políticas públicas es un elemento crucial, y se le ha dado cero importancia.

—¿Y la violencia? ¿Cómo analiza esa ola masiva y la retórica política que la validó?

—Lo interesante del estallido no es que 5 mil personas estén dispuestas a romperlo todo, probablemente estén en todas las sociedades. Funciona de manera masiva solo en un entorno que la permita. Y no significa estar de acuerdo, sino que no están en desacuerdo.

—¿Por qué se rompe el consenso que condena la violencia como forma de acción y parte del sistema político la legitima?

—Efectivamente hay un proceso de validación. La distinción fundamental se produce entre el sábado 19 y el domingo 20, entre el WhatsApp de Cecilia Morel y las palabras de Sebastián Piñera. Cecilia Morel dice lo que era correcto: “tenemos que ser capaces de distribuir los privilegios”, y Sebastián Piñera dice “estamos en guerra”. Esa conversación se transformó en un llamado de guerra, transformó a cinco mil personas dispuestas a romper ciudades, en 30 mil. Y sin decirlo, a los carabineros les da la instrucción de que es un conflicto armado.

—Y la izquierda, ¿no vio una oportunidad política, incluso de derrocar al Gobierno y se subió al carro?

—Por supuesto. La posibilidad política de terminar el gobierno de Piñera por anticipado era una posibilidad que cualquier sector político debe haber estudiado. No tengo dudas de que los sectores empresariales deben haberlo pensado con seriedad, cuando tienes un gobierno que no es capaz de ejecutar ningún mandato. Seguramente encontraron que no había otra fórmula para resolverlo y después vino la pandemia. La izquierda se ultraconvenció de que el estallido era de izquierda, una revuelta social orgánica. Y la derecha estuvo completamente de acuerdo y que estaba organizada por Venezuela, Nicaragua, Cuba o Rusia.

—¿Qué tan decisivo fue el estallido para el triunfo parlamentario y presidencial de Apruebo Dignidad?

—En su momento se pensó que el único camino era un reemplazo importante de las élites de los 30 años. Lo único que no estaba manchado por ese proceso era el FA. Le tocó al FA tener una oportunidad extraordinaria, y a los independientes, como distintos a todo lo que estaba en política. No nos olvidemos que el gran triunfo de Pinochet no es el modelo económico, es la antipolítica, los “señores políticos”. Todo eso hace que se gire hacia la izquierda y la izquierda, con mucho narcisismo, entendió que los querían a ellos.

—De la propuesta del FA, ¿qué les hizo sentido a los chilenos?

—No tenían alternativa. Cuando hay malestar social, la gente se vuelve loca y se destruye a sí misma. La derecha destruyó a su candidato más fuerte, que era Joaquín Lavín. Lo vieron decir “soy socialdemócrata” y lo bajaron. ¿Qué querían que dijera? Empezaron a buscar y terminaron en Kast.

“Nunca he visto un proyecto político en este gobierno”

—Transcurridos siete meses, ¿cómo evalúa el gobierno y el liderazgo del Presidente Boric?

—Dentro de lo que cabe, Gabriel Boric es quien lo ha hecho mejor. Es quien tira una línea política, a ratos, como segundo vocero, que habla en momentos difíciles. Pero han mostrado errores muy grandes, una capacidad enorme de inestabilizarse ellos y de inestabilizar en general, y un diseño político estratégico realmente muy deficiente.

—¿Dónde está la razón de fondo, para el peor comienzo desde el regreso a la democracia, según las encuestas?

—Si voy todos los sábados a una pista de 100 metros planos, compito contra mis hijos, gano siempre y creo que soy rápido, estoy equivocado. Boric hizo todo para no ser Presidente; usó un mohicano, cometió todos los errores, un año antes de ser electo. Y no significa que a la gente no le importe, habla de que el sistema político estaba tan mal que no había alternativa.

—¿Qué viabilidad le ve al proyecto político de este gobierno, en minoría parlamentaria y ajuste económico?

—Yo nunca he visto un proyecto. Había una lista de supermercado, una serie de cosas que se podían hacer, sin ninguna articulación entre sí. Todos los días, el Gobierno está entre tapando hoyos y las sabanitas cortas. Es bien evidente que ya le pasó algo bien jodido; todos saben que es fácil que se desdiga. Entonces, se insiste hasta que se desdicen. Cuando uno está en muchos problemas, tiene que tomarse un poco de tiempo y calmarse. No salir a hacer más jugadas. Pensar si puede parar un proyecto mediano, que tenga dos o tres políticas públicas asociadas, con respaldo técnico, sea viable políticamente y que pueda allanar cierta conversación con sectores de derecha, de centro. Como hizo Marcel con los retiros de las AFP, que no le gustaban, pero abrió puertas con condiciones. Cuando la gente ve eso, puede no estar de acuerdo, pero al menos ve que “hay convicciones”.

—Con la derrota del plebiscito, ¿quedó desplazado el “otro modelo” que propone Apruebo Dignidad y fue rechazado?

—El fracaso de la Convención no es el fracaso de una nueva Constitución, es un fracaso gigante para los sectores de transformación. Hay dos matrices culturales que han funcionado en este tiempo: la nueva cultura del emprendimiento y los valores del Chile profundo, de la oligarquía del siglo XIX. Para decirlo en simple, el problema eran los nuevos ricos, no los ricos de siempre. Y entonces la gente vio que la Convención violó los valores del Chile antiguo y se quedó sin espacio cultural, porque no construyó uno nuevo. La izquierda desaprovechó una oportunidad gigante, fue una farra extraordinaria.

—¿Se rechazó la forma, el estilo de la Convención, o las propuestas?

—Se rechazó todo. Era un momento para salir de la confusión, pero resulta que esta Convención y el Gobierno decidieron sumirse en una confusión. El Gobierno decidió no gobernar hasta el plebiscito, esperando que el plebiscito le diera un dibujo hacia dónde ir. Y la Convención creyó que bastaba con derechos sociales, cuando nunca explicó nada concreto. Era una cosa etérea, como dijo la ministra Vallejo.

—En el nuevo escenario, ¿hacia qué proyecto debe caminar la izquierda?

—Había una crítica muy importante al modelo anterior, pero había capacidad de inversión y de capital. La pregunta es cómo se construye un modelo que permita que eso se traduzca en fuente de desarrollo, y cómo se articulan actores para que eso ocurra. Chile tiene un conjunto de desafíos más o menos claros y debe mejorar un montón la calidad de sus políticas públicas.

—¿Y el proceso constituyente, en el que se han depositado esperanzas?

—No sé si se pueda hacer una Constitución nueva en este momento. Las constituciones tienen una especie de encanto: es un poco de derecho constitucional y el resto es una fiesta. Creo que vamos a estar dando vueltas en círculo un buen rato en este itinerario constitucional, con gente que además no quiere que haya una nueva Constitución. Estamos en una situación bien crítica y hay poca conciencia de la gravedad sociológica. Partiría por hacer la pregunta, tener un diagnóstico, y si no se puede, hacer reformas momentáneas y dejarlo para más adelante.


 

Que curioso que Mayol salga en casi primera línea en reportajes de El Mercurio…y a página completa.

En fin.

Lo comentado desde el inicio de los narcisos, o casi.

Todos les van a comenzar a dar, incluidos desde sus mismos partidos o líneas ideológicas. Hasta llamándolos narcisos…

En cuanto al diagnóstico. Todos tenemos uno.

Pero un movimiento que dura 3 años y se extingue es un movimiento artificial, no es orgánico.

Como sea que lo mires. Tal como el pánico del bicho. Duró menos de 3 años, incluido todos los medios, políticos y paranoia inducida a la gente.

Lo mismo esto.

La duración y defunción catastrófica del octubrismo el 4S hace suponer que su gestación y ejecución es completamente artificial.

Por una suma de coincidencias, por que le colocaron turbo los partidos de izquierda junto con reforzar agendas que maniataron al gobierno y que se tragaron pendejos adoctrinados en universidades por años, no lo sabemos.

Me cuesta creer que sea un plan, al menos uno bueno.

Crear caos e inseguridad y botar un gobierno democrático para tomar el poder y forzar una constitución progre es absolutamente ridículo en el país en el que vivimos. Muy sesentero Che Guevara. Tendrías que haber tenido a las FFAA´s y Carabineros en el bolsillo para ello.

Esto se hace a nivel de leyes y de a poco, con mayorías circunstanciales que se vayan apropiando de la jurisprudencia y pasando leyes coladas con esas mayorías circunstanciales.

Como en USA o en Europa. De a poco. Décadas de construcción de burocracia regulatoria que detona en poderes no electos que pueden básicamente hacer lo que quieran.

Los narcisos quisieron saltarse tal vez todos los procesos.

Quien sabe.

Pero el diagnóstico es claro. Duró 3 años el octubrismo, con el apoyo de TODA la prensa y la mitad al menos de la clase política validando la violencia y las motivaciones para ella, justo hasta el 4S donde todos se comenzaron a dar vuelta la chaqueta y rasgar vestiduras…

Imprimir artículo

1 comentario:

  1. Vine a leer los comentarios ya que Mayol sigue siendo el más cuerdo o consiente de los zurdos.

    Pero me llamó la atención.el.concepto de burocracia regulatoria que termina en poderes no electos, cuanta verdad hay en ese concepto!!! Gracias por compartirlo.

    Slds

    ResponderEliminar

El objetivo de este Blog es compartir opiniones, así es que tus ideas y sugerencias son bienvenidas...

Compramos mierda que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no conocemos...Ni nos importan....