12 marzo, 2023

Columna de Sebastián Edwards: El libro de los 50 años

George Bernard Shaw quote: We learn from history that we learn nothing from  history.

@latercera

Nunca conocí a Claudio Jimeno, sociólogo fusilado por el ejército chileno el 13 de septiembre de 1973 y, cuyo cuerpo destrozado, fue lanzado al mar desde un helicóptero años más tarde.

Tampoco conozco a su hijo, el abogado Cristóbal Jimeno.

Lo que sí hice fue leer La búsqueda, donde Cristóbal narra la historia de su padre, la de su ejecución en el campo de maniobras de Peldehue y de los años en los que la familia Jimeno Chadwick luchó por conocer lo que realmente sucedió en ese oscuro día oscuro. A pesar de estrellarse repetidamente contra un muro de silencio y de mentiras, él, su madre Isabel y su abuelo, el exsenador Tomás Chadwick, perseveraron hasta saber qué había pasado con Claudio, y recuperar unos mínimos restos óseos. El libro es conmovedor y horroroso a la vez. Arranca lágrimas y provoca admiración por el esfuerzo inquebrantable con el que el hijo busca la verdad sobre su padre. El texto es en coautoría con la periodista Daniela Mohor.

Claudio Jimeno fue un asesor del Presidente Salvador Allende y tenía una pequeña oficina en La Moneda. Desde donde fue tomado prisionero el 11 de septiembre de 1973 y trasladado hasta el regimiento Tacna, lugar en el que fue torturado y humillado. Dos días después, fue ejecutado junto a Enrique Paris, Eduardo Paredes, Jorge Klein, Arsenio Poupin y a un número indeterminado de escoltas del doctor Allende. Años más tarde, en un esfuerzo por ocultar los crímenes, en un operativo llamado Retiro de Televisores, el ejército exhumó los cuerpos y los tiró al océano Pacífico.

Hace unos meses, mi hijo Benjamín –que nació en California y sabe poco sobre Chile– me preguntó qué lecturas le recomendaba sobre lo que había sucedido en los tempranos setenta y, especialmente, después del golpe de Estado. Hice una lista de diez libros, que cubrían aspectos políticos, militares y económicos de la historia nacional. Textos que hablaban de la Guerra Fría, del marxismo leninismo, de las JAP, del paro de octubre, del MIR, de Patria y Libertad y del desabastecimiento.

Fue más o menos en esos días cuando cayó en mis manos La búsqueda. Bastó que leyera unas pocas páginas para convencerme de que esto era lo que debía leer mi hijo. En él se daba cuenta de los horrores de esa época, del quiebre del país en dos bandos irreconciliables, de las violaciones reiteradas de derechos humanos y del sufrimiento de miles de chilenos. Todo esto encapsulado en el drama de una familia concreta y real.

Claudio Jimeno nació en 1940 en una familia acomodada. Hizo sus estudios en el colegio Mackay de Viña del Mar y en el Barros Arana. Estudió sociología en la Universidad de Chile e hizo un posgrado en la London School of Economics. De regreso a Chile fue uno de los pioneros en usar encuestas para analizar la situación del país y ayudar en el diseño de políticas públicas. Militaba en el Partido Socialista y, con un grupo de colegas, preparaba informes periódicos para el Presidente. El 29 de junio de 1973, durante el llamado “tanquetazo”, Claudio se quedó en su casa, algo que Allende le recriminaría. Fue por eso que el 11 de septiembre no vaciló en dirigirse a su puesto de trabajo y quedarse junto al Presidente hasta que los militares tomaron el palacio por asalto.

En una muy buena reseña, Eugenio Tironi afirma que el héroe de esta historia es Claudio, conocido por sus amigos como el Conejo. No estoy de acuerdo. El héroe de esta saga es su hijo, quien al enterarse –a los 11 años– que su padre había estado junto a Allende el 11 de septiembre y había desaparecido dos días después, no claudicó hasta saber la verdad y que los hechores fueran juzgados y condenados. Demoró más de 40 años, pero nunca se dio por vencido.

Los episodios más conmovedores corresponden a la búsqueda de restos en un campo de cientos de hectáreas en las cercanías de Santiago. (Conozco el lugar, durante mi servicio militar, en 1970, hicimos maniobras repetidas en Peldehue, nunca me imaginé que pocos años más tarde esas tierras serían testigo de uno de los peores crímenes de nuestra historia). Un equipo de arqueólogos y antropólogos van rastreando el terreno, removiendo el suelo, para buscar indicios humanos entre toneladas de tierra. En paralelo, la burocracia trata, por todos los medios, de detener el proceso, de convencer a la familia que no hay restos, que un grupo de elementos desquiciados, dentro del ejército, actuó por sí solo y, luego de matarlos, los echó al mar sin poder determinar su ubicación.

Es a estas alturas del relato cuando aparece una admirable heroína: la jueza Amanda Valdovinos, “una mujer de baja estatura y menuda, de fino trato y de voz suave”. Donde, detrás de esa imagen de cierta fragilidad, se esconde lo mejor del carácter de las mujeres chilenas. Una determinación a toda prueba por llegar al meollo del asunto, establecer la verdad y procesar a los hechores de los crímenes de lesa humanidad.

Este volumen no solo debe ser leído por mi hijo, lo deben hacer todos los chilenos y chilenas al conmemorarse el 11 de septiembre de 1973, incluso como lectura obligatoria en los establecimientos escolares. Es un texto esencial que, sin odios ni revanchismos, pero con firmeza, nos habla de situaciones que no debieran volver a suceder nunca jamás.


 

Ya se olvidaron. Todos ellos.

A nadie le importan salvo a los directos implicados y a los que quieren, impúdicamente, seguir profitando de un evento de hace 50 años.

Es la esencia del porqué los ciclos humanos se repiten. Porque solo se escribe la historia del ganador, y nunca de manera objetiva de modo que en dos o tres generaciones los perdedores pueden volver a contar la historia a su pinta. Peor aún, nunca hacemos las cosas que prevengan o solucionen las caídas o defectos anteriores.

Prueba de ello…

Guerra Civil 1851.

Gran división política y persecución de los perdedores. Muertes estimadas en 4000.

Guerra Civil de 1891…

Suicidio de Balmaceda presidente en ejercicio al ser rodeado en la embajada argentina por fuerzas revolucionarias. Muertes de 10.000 personas en una población de 2 millones y una gran división en la sociedad chilena.

Golpe de Estado 1924

Detonado por la corrupción del congreso bajo un régimen parlamentario establecido después de la guerra civil de 1891.

No aprendemos. Nadie lo hace desde la historia, solo desde la experiencia.

Por eso son tan pocos los sabios en la historia y tan reconocidos. Son los que aprenden de las experiencias de otros. De sus errores y las soluciones de esos errores.

Somos la única especie en la naturaleza que tiene la posibilidad de tener el registro de sus experiencias anteriores, errores y aciertos.

Y la volvemos a cagar, de la misma manera, una y otra y otra vez.

No es increíble eso en si mismo?…

Imprimir artículo

4 comentarios:

  1. Si no hubiese convencido a Piñera del riesg0 naci0nal de declarar estad0 de siti0 en el sur, con el argumento de lo que pasó en Yug0slavia y después con Serbbia y K0s0v0, simplemente otra sería la historia, porque nos hubiesen tocado sanci0nes internaci0nales como país, y quizás con una inter.ven.sión internaci0nal con des.pliegue mil..., todo por lo dere$h0 jiumanoh. Y al final con Piñera des.tituid0 de su cargo, menos mal que se evitó eso, lamentablemente mientras exista la 0.NU jamás se va poder c0m.batir de forma integral el terr0rism0, la del-in-cue-ncia, el cr.ime.n 0r.ganizad0 y la in.migra.sión i.leg.al, las me.did.as que se pueden tomar de acorde a los trata.ad0s internaci0nales son muy l.imitadas.

    ResponderEliminar
  2. @nónimo/Demócrito:

    Lo que describes es tan cierto

    Lo que paso en 1973 fue un Golpe de Estado (para otros pronunciamiento militar por incluir a todas las FFAA, incluido Carabineros) y no una Guerra Civil

    Sus esquirlas las notamos hasta hoy, con el antecedente objetivo que en lugar de 1000 muertos de Carabineros de Chile y 3500 o mas del bando contrario se evitó la sangría de 1851 y 1951

    Pero como a las nuevas generaciones milenial no están ni ahi con la historia, esta se volverá a repetir con el agravante que ya no se trata de un eventual Golpe de Estado (que de verdad es casi imposible en estos tiempos) pero...siempre podría ser hasta peor: una revolución que divida nuevamente al país y nos vuelva a enfrentar pero en una guerra civil

    Tengo amigos sesenteros que no aprenden de a historia pero que he aprendido a tolerar y hasta comprender sus desdichas politicas como bando perdedor pero aburre y cuesta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No fue golpe de estado el del 73, el congreso pidió la intervención militar

      Eliminar
  3. Yo no soy el mismo anónimo de arriba, y también tengo amigos sesenteros que parece que aprendieron pero no hacen nada para divulgar su historia, su vida, pero a la vez le creen todo al imperio (EEUU) de verdad que creen que toda la culpa es de Putin y no ven nada más, entonces, ahí entiendo, que no han aprendido nada. No se en que parte del camino dejaron de pensar. Simplemente dicen, me las se todas, porque hice el esfuerzo, trabaje duro y me fue bien, saben mucho de su carrera y profesión, pero de su entorno nada. Sino como nos metieron este gobierno de mierda y como se creen todos los cuentos.

    ResponderEliminar

El objetivo de este Blog es compartir opiniones, así es que tus ideas y sugerencias son bienvenidas...

Compramos mierda que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no conocemos...Ni nos importan....