
Estoy en shock. Es lo único que puedo decir. El tren de un millón de toneladas está siguiendo una ruta cada vez más clara y definida. Y rápida. Y malévola. Y los bebés analistas económicos y políticos que están con lentes kool aid de buenas intenciones sin ver, decir o escuchar maldad ni de, ni en nadie, no ayudan en absolutamente nada al menos en prevenir a la mayor cantidad de gente posible para...