22 julio, 2022

The Economist: Por qué los políticos latinoamericanos anhelan la utopía

Imagen

@emolinversiones

Cuando escribió “Utopía”, una sátira publicada en 1516, Tomás Moro tuvo cuidado de no dar una ubicación exacta para su isla imaginaria con su sociedad perfecta. Pero se le da a entender al lector que estaba ubicada frente a la costa de Brasil. No fue una coincidencia. La idea de la utopía puede ser universal, pero desde Colón y el encuentro europeo con las Américas, que tuvo lugar no mucho antes de que Moro escribiera, ha tenido una asociación particular con América Latina. Esta se nutrió de los mitos de El Dorado y las Amazonas; por relatos de las prodigiosas civilizaciones del antiguo México y los Incas; y por las nociones europeas del nuevo mundo como un paraíso natural poblado por el “buen salvaje” de Rousseau y una pizarra en blanco en la que se puede inscribir cualquier proyecto. “Nos hemos aferrado a la utopía porque nos fundamos como utopía, porque la memoria de la buena sociedad está en nuestros orígenes y también al final del camino, como cumplimiento de nuestras esperanzas”, como el novelista mexicano Carlos Fuentes, escribió. Esta racha continúa hasta el día de hoy en la política latinoamericana. El impulso utópico es “refundar” en lugar de reformar los países, expresado en nuevas constituciones o la descalificación de los opositores políticos. A menudo milita en contra de los objetivos más modestos pero alcanzables de buen gobierno y progreso constante. Tomemos, por ejemplo, la propuesta de nueva constitución presentada este mes en Chile. Con 110 artículos en su capítulo de "derechos y garantías fundamentales", es un proyecto detallado de una sociedad ideal en la que nadie es discriminado y todos gozan de igualdad, aunque algunos más que otros. Garantiza a todos el derecho, entre otras cosas, a la "neurodiversidad", al "libre desarrollo" de "la personalidad, la identidad y los proyectos de vida" y al "ocio, el descanso y el disfrute del tiempo libre". También exige al Estado que promueva y garantice "la interrelación armónica y el respeto de todas las expresiones simbólicas, culturales y patrimoniales". No importa que estas aspiraciones sean irremediablemente insulsas, que a menudo se opongan entre sí y que sea muy poco probable que se hagan realidad. O tomemos como ejemplo al recién elegido presidente de Colombia, Gustavo Petro. No solo propuso originalmente prohibir todas las nuevas prospecciones de petróleo, gas y minerales en un país que depende de la minería y el petróleo para más de la mitad de sus exportaciones, sino que también prometió que el estado daría trabajo al 11% de la fuerza laboral que está desempleada (su ministro de finanzas designado dice que esto no sucederá). El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, promete no solo políticas y administración monótonas, sino una “cuarta transformación”, similar a la independencia de su país o su revolución de 1910-17. Y los forasteros, desde Butch Cassidy, un ladrón de trenes estadounidense que murió en Bolivia, hasta un grupo de antivacunas alemanes que establecieron una comuna en las tierras salvajes de Paraguay durante la pandemia, siguen viendo a América Latina como un lugar donde perseguir sus sueños sin que les molesten las leyes ni las restricciones. El problema de esta búsqueda de la utopía es que coexiste con una gobernanza generalmente pobre. Puede que esto no sea casual. Como ha explicado el ensayista colombiano Carlos Granés en "Delirio Americano", una monumental exploración de la cultura y la política en América Latina en el siglo XX publicada a principios de este año, el encaprichamiento utópico de los intelectuales de la región con el nacionalismo y la revolución les llevó a despreciar la democracia liberal y a abrazar a líderes autoritarios de derecha o de izquierda. Estos impulsos se han convertido en una marca política latinoamericana. "Si renunciamos a la utopía y a la revolución, ¿qué lugar tendría América Latina en el concierto de las naciones?" se preguntaba Granés. Su culto alcanzó su apogeo con el Che Guevara, la teología de la liberación y el subcomandante Marcos y su ejército zapatista de liberación nacional, con sus respectivos ejemplos de sacrificio y redención a través de la guerra de guerrillas contra el imperialismo, la exaltación de los pobres y lo que Granés denomina "la revolución como arte escénico". El anhelo de la utopía es una respuesta a las injusticias y desigualdades de las sociedades latinoamericanas. Pero puede agravar esos problemas. La utopía se desliza con demasiada facilidad hacia una distopía de pobreza y estados policiales, como ha ocurrido en la Cuba de Fidel Castro, la Nicaragua de Daniel Ortega y la Venezuela de Hugo Chávez. Incluso cuando no lo hace, puede conducir a la frustración y la reacción, como puede ser el destino de Chile. Es mucho mejor que los políticos latinoamericanos sean honestos con sus pueblos sobre los límites de lo posible y que sigan el camino del progreso constante en lugar de la búsqueda del paraíso. Este artículo fue publicado en la edición de The Economist del 21 de julio bajo el título "Latin American politicians yearn for Utopia". Fue traducido por El Mercurio Inversiones y puede ver el original haciendo


 

Una vez más el economist haciendo pedazos el bodrio.

No coincido en que sea solo un tema latinoamericano ahora, though…

USA está infectado de esta estupidez igualmente en muchos de sus estados progres, ni hablar de Europa y los verdes que tienen todo dominado, igual que en Nueva Zelanda y Australia.

El postmodernismo, que es la versión 2.0 del marxismo, nació de intelectuales franceses y que se refleja hoy en toda la cultura woke, cambiando opresores y oprimidos sociales y culturales.

Es un cáncer mundial. Y probablemente es un cáncer de abundancia. El exceso de azúcar promueve un ambiente ideal para el desarrollo de múltiples cánceres.

Necesitamos hambre un rato para recuperar el balance y dejar de generar el ambiente propicio para esos cánceres que infectan todo. Como suele suceder después de plagas y/o guerras.

Y ese es el de la abundancia sin control. Nos pasó a nosotros. Azúcar en exceso en forma de deuda, en vez de vegetales y carnes, en forma de ahorro e inversión, dio cabida al cáncer de estos pendejos octubristas en el cargo prometiendo que iban a solucionar el alza de presión, el alza de glucosa y la obesidad económica por decreto y no bajando el consumo de azúcar y aumentando el de vegetales y carnes.

Y le pasa ahora a todo el mundo, con distintos cánceres. Hippies verdes, feminazis, progres, marxistas…

Todos prometiendo solucionar los problemas de salud que causaron los excesos de consumo, no diciendo que hay que consumir menos y ahorrar e invertir más…nop, diciendo que hay que consumir más a costa de los que están ahorrando e invirtiendo. O que hay que cambiar el azúcar por stevia, con cero aporte energético, de una sola vez.

Distintos cánceres. Salen cuando hay mucho exceso de consumo, o cuando hay deficiencia masiva de nutrientes que dejan vulnerable el sistema inmune. Por eso en el Ying y Yang el camino del equilibrio es una línea casi invisible sinuosa entre el bien y el mal. O entre la abundancia y escasez.

Los antiguos tenían periodos de feast and fast, o de festín y ayuno. No solo festín todos los días, porque eso te genera enormes desbalances. Y por supuesto ayunos prolongados igualmente.

Pero finalmente, da lo mismo. La naturaleza se encargará de balancear todo. No tenemos gran control sobre ello.

Imprimir artículo

6 comentarios:

  1. Lo peor es la gente que cree todas estas estupideces. Latinoamérica gente de bajo ci

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ...Lo peor es la gente, que cree controlar la leyes de la naturaleza, cuando con suerte controlan sus propios pensamientos.

      Eliminar
  2. Adyaner y qué pasó con el aumento de la tasa en europa? Cómo consideras ese movimiento?

    ResponderEliminar
  3. no habra post o analisis sobre la subida de 50 puntos de BCE ??

    ResponderEliminar
  4. El Draghi anda medio nervioso en Italia, capaz que allí se de la chispa en el seco pastizal

    ResponderEliminar
  5. Interesante que Obrador hable de la cuarta transformación, me recuerda a Schwab y la cuarta revolución industrial, me hace recordar al tarado de Maduro que tambien habla de que habla un cambio radical en el mundo para el 2030 y que según el es el mundo con el que Chavez soñaba. Yo creo que la gente termina creyendo en promesas imbéciles de los políticos por su ignorancia económica/financiera , si FyF no te hubiera invitado a hacer un Live jamás habría llegado a tu blog, y culturizado respecto de economía, seguramente aún sería un terraplanista económico/socialista en la más absoluta ignorancia. Saludos Adyaner.

    ResponderEliminar

El objetivo de este Blog es compartir opiniones, así es que tus ideas y sugerencias son bienvenidas...

Compramos mierda que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no conocemos...Ni nos importan....