01 agosto, 2022

Tironi y su opción por el Apruebo: “Hoy trato de contener mi propio elitismo”

Eugenio Tironi, sociólogo. Foto: Julio Castro

@DF

El sociólogo Eugenio Tironi sirve té con stevia antes de esta conversación en su departamento de Providencia. Está en el último piso, el 12, de un edificio clásico de la comuna, a solo cuadras de la avenida homónima y de su movimiento. Hace cinco años vive en esta zona de la ciudad, cuando decidió dejar su casa de La Reina, entre los cerros. Desde un hogar luminoso y tranquilo –no se oyen ruidos–, analiza el momento político chileno a cinco semanas del plebiscito. A media tarde de un día de semana, se le ve relajado, con ropa informal. Al oriente, una vista despejada hacia Los Andes en una tarde fría de invierno.

“La Concertación, al menos en los primeros años, tuvo que tender puentes hacia la derecha y el empresariado para evitar el retorno en gloria de Pinochet. Hoy la gente de centro, como yo, debe tender puentes hacia los sectores excluidos, porque ahí está el peligro de quiebre social”.
“No le tengo miedo a una propuesta constitucional derechamente innovadora y disruptiva”.

- ¿Cómo estamos hoy los chilenos?

- Cansados, porque la hemos tenido muy dura. Tuvimos la pandemia que en Chile fue severa y, además, con medidas muy restrictivas. Con la incertidumbre económica que ella generó y trastornos en la vida. Veníamos, además, saliendo del estallido, que provocó un trastocamiento radical. Y luego, todo este proceso constituyente que representa una enorme fuente de incertidumbre, que hemos tenido encima más de un año y que nos ha obligado a tomar decisiones. Tuvimos, posteriormente, ya no un cambio de gobierno, sino el cambio de la generación en el poder, una revolución silenciosa. La asunción de Boric es el cambio más importante desde 1990. Chuta, entonces hemos tenido que digerir todas estas fuentes de tensión, con pocos amortiguadores y en forma bastante solitaria.

- Son razones de peso para estar cansados…

- Y este cansancio nos hace estar un poco exaltados, mal genio… A las once de la noche, Chile está en silencio. No se ha restablecido la vida nocturna. Cuando se restablece, aparecen 15 tipos y la asaltan. Aquí la vida no vuelve, sigue en suspenso

– ¿No observa tanto entusiasmo, entonces, con el plebiscito? Más ganas de salir pronto…

– No va a haber entusiasmo, definitivamente. Va a ser como una suerte de campaña silenciosa, íntima, donde cada uno está más bien conversando consigo mismo. Y está eligiendo no lo óptimo, sino el mal menor. Hubo un momento de esplendor donde se generaron muchas ilusiones, de que a partir de una nueva Constitución se iniciaba un mundo nuevo. En el plebiscito de entrada de 2020 y la partida de la convención. Pero eso se esfumó muy rápidamente.

– ¿Y hoy, en qué lógica estamos?

– En la lógica del mal menor, de ver qué se puede, lo que sea más viable. Todo el mundo preocupado de los contrapesos, de que nadie salga demasiado ganador. Y yo creo que el resultado va a ser súper estrecho.

– Lo que, de alguna forma, empujará a los acuerdos…

– De todas maneras. Y es lo que muestran las encuestas: que la mayoría de los que están por rechazar no quieren mantener la actual Constitución, sino generar una nueva, que hay que concordar, y los que aprueban, no se están comprando enteramente la propuesta de la Convención, sino que quieren corregirla. Entonces, no estamos dispuestos a comprarnos el paquete completo, queremos un híbrido.

– Concuerda, entonces, con una de las interpretaciones a las palabras del Presidente de hace dos semanas: que estaba apelando al cansancio y, por lo tanto, mejor aprobar, porque en caso de ganar el “Rechazo”, el proceso constitucional continuará…

– Pero eso lo había dicho antes Moody’s, entre otros. Porque gane el “Rechazo” o el “Apruebo”, el camino que sigue será tortuoso, difícil.

– ¿Por qué?

– Si gana el “Apruebo”, habrá una fuerte presión hacia correcciones y, dos, porque hay que implementar lo acordado, que será fuente de tensiones gigantescas. Y si gana el “Rechazo”, es muy difícil no elegir el mecanismo a través de un nuevo plebiscito. Si no fuera así, es muy probable que ese proceso nazca con un ala herida, por un déficit de legitimidad.

– Usted votará “Apruebo”…

– Sí, con contradicciones asumidas y gestionadas­.

– ¿Y cómo ha vivido lo que ocurre en su sector político ante el plebiscito? Lo que fue la Concertación está en el “Apruebo” y en el “Rechazo”…

– Difícil. Este proceso me ha hecho reflexionar y ponderar mucho los argumentos. No ha sido una decisión fácil. Además, hoy uno está muy obnubilado por lo que fue la performance de la Convención y eso dejó un sabor amargo. Recién ahora, al tomar distancia, uno se da cuenta que, sí, dejó un sabor amargo, pero quizá la Convención fue un acto reparatorio por el que debíamos pasar.

– ¿En qué sentido?

– Estos sinsabores los debíamos probar porque los habíamos negado por mucho tiempo. Me refiero a los grupos marginados que se empoderaron y se convirtieron en protagonistas. Y además, al final del día, produjeron lo que les encargamos, en los tiempos y bajo los métodos establecidos. Entonces, no seamos tan severos en la crítica, porque, al serlo, estamos siendo severos con los pueblos indígenas, las regiones, la paridad, al hecho de que personas comunes participen en las decisiones públicas. Entonces, esto me hace ser humilde y es un punto de diferencia que tengo con mis antiguos compañeros de ruta.

– ¿A qué se refiere?

– A que hoy trato de contener mi propio elitismo y mis tentaciones a ser despreciativo hacia otro tipo de saberes, miradas y maneras de conocer. Trato de comprenderlo y respetarlo. Tengo una visión menos crítica de la Convención y, al mismo tiempo, pienso que algunos de esos compañeros de ruta –que son mi generación– están demasiado dolidos por la crítica a los 30 años y no han logrado tratar de comprender lo que hay detrás.

- ¿Y qué hay detrás?

Es la manera en que una nueva generación se diferencia de los mayores y en eso es inevitable que sea injusta. Pero no tiene sentido que uno se abanderice en la defensa a ultranza y que toda innovación e irrupción sea mirada con tanto temor. En eso tengo una discrepancia con mi generación política: yo no le tengo miedo a una propuesta constitucional derechamente innovadora y disruptiva.

- ¿Por qué?

- Uno, porque creo que si se equivoca, lo podemos corregir. Dos, porque estamos respondiendo a una ruptura muy profunda, que quedó revelada en 2019. Y tres, porque responde a los desafíos de este siglo. Si a mí me hubiesen presentado una propuesta que lo único que hace es incorporar los derechos sociales y un poquito de cambio en el sistema político, eso sí que sería para mí una oportunidad perdida. Esos son los temas del siglo XX. En cambio, esta propuesta tiene la virtud de que va mucho más lejos. Puede no resultar, que tenga efectos contraproducentes, pero es la hora de intentarlo. Y además no le puedo negar a los jóvenes el derecho de planteárselo, como nosotros nos lo planteamos en su momento. Y los Chicago boys se lo plantearon en su momento. Por eso, con quienes fueron mis compañeros de ruta, creo que tenemos aproximaciones vitales distintas. Y quizás porque tenemos experiencias de vida distintas…

- ¿Cómo cuáles?

- Yo, por motivos casi profesionales, convivo con mucha gente joven que está lejos de compartir los miedos que movilizan a mis viejos camaradas.

- ¿Por qué habla usted tanto del miedo? ¿Es el miedo el que hace rechazar a, por ejemplo, los que fueron líderes de la Concertación, como Frei o Alvear? Han argumentado con asuntos concretos que les preocupan de la propuesta constitucional, como el fin del Senado o el devenir del Poder Judicial…

- Yo tengo ahí un punto de vista que quizá no es muy popular: yo no creo que sea demasiado importante una Constitución. Una Constitución no fabrica sociedades sino que las sociedades adaptan las constituciones para lo que son sus necesidades. Nosotros hicimos la transición con la Constitución de 1980, cambiando muy poquitas comas.

- ¿Cree que hay opciones para cambios posteriores?

- Tengo fe -y los hechos lo corroboran por el debate de hoy en día- en que podemos fácilmente convenir correcciones, por ejemplo, sobre la judicatura, sobre el Senado, el consentimiento indígena o los derechos de agua. Se ha instalado la noción de que, en caso de ganar el “Apruebo”, lo que va a regir no va a ser el texto del 4 de julio, sino que otro. Y ese otro, tendrá que incorporar algunas de las banderas del “Rechazo”. Pero la pregunta que hay que hacerse es sobre qué chasis nos paramos y yo estimo que es mejor pararse en un chasis nuevo, sobre todo porque nos da más posibilidades para responder a nuestro gran problema: la enorme fractura que quedó en evidencia en octubre de 2019 y en la convención, que teatralizó fracturas, dolores, heridas, resentimiento, rabia, odio, que no estábamos viendo. Y a propósito de temores, me da un poco de susto que después de todo este ejercicio, desahuciemos este proceso y este esfuerzo.

- Otra gente, como Ernesto Ottone, plantea que es más fácil reformar con el triunfo del “Rechazo”

- Yo, modestamente, estimo que no. Yo creo que es mucho más disruptivo partir desde el “Rechazo”.

- Hoy trata de contener su propio elitismo, dice usted. ¿Cree que hay algo elitista en el “Rechazo”?

- Confieso que me molesta un poco… Para decirlo brutalmente: me temo que si la Convención hubiera estado compuesta por 154 hombres blancos, de Santiago y de universidades tradicionales, buena parte de las cosas que se dijeron sobre ella no se hubieran dicho. Y nadie me puede dar garantías de que si hubiera sido así, hubiese tenido un resultado mejor, menos polarizante y más consensual y más “casa de todos”. Si generalmente son las elites las que destruyen la “casa de todos”, no es el pueblo. Y yo no sé si el triunfo del “Rechazo” nos acerca a una sociedad más cohesionada. De pronto para tener una sociedad más cohesionada, tenemos que pasar por ingratitudes, malos sabores, por situaciones poco estéticas y tragarnos el ego y el amor propio.

- Dice que algunos de sus compañeros de ruta siguen demasiado dolidos por las críticas a los 30 años. ¿Cómo superó usted aquello?

- Soy un defensor acérrimo de los 30 años y no tengo ningún complejo, pero no soy un viudo de los 30 años. Hay que tratar de entender qué hay detrás de la crítica, de la tía Pikachu en la Convención, del resentimiento hacia la derecha y la Concertación.

- ¿Cómo entiende ese resentimiento del que habla hacia quienes lideraron la transición, como usted?

- Hay un sentimiento de marginación muy profundo del cual yo me hago la autocrítica de no haber sido suficientemente sensible. A la Convención se le podrán hacer muchas críticas, pero fue un escenario donde se expusieron los perdedores del sistema. Y esto me hace ser humilde frente a ellos.

- Lo que dice suena a mea culpa…

- Puede ser. Pero considero que la Concertación, al menos en los primeros años, tuvo que tender puentes hacia la derecha y el empresariado para evitar el retorno en gloria de Pinochet. Hoy la gente de centro, como yo, debe tender puentes hacia los sectores excluidos, porque ahí está el peligro de quiebre social. No nos olvidemos que este proceso comenzó con un estallido que estuvo a punto de producir el colapso de la democracia y la convivencia. Es en función de este punto de partida que tenemos que juzgar el proceso que hemos vivido y las opciones que se abren. No estamos en un debate académico.


 

Es tan pedante este artículo y las declaraciones que son casi de no creer.

Tengo que olvidar mi elitismo y mi actitud despreciativa hacia las visiones y opiniones de otros…

Dejemos que los niños y jóvenes prueben cosas nuevas, total, si fallan es su derecho cagar la vida de 20 millones ahora y en el futuro, son jóvenes, e idealistas…

REALLY??

No se puede ser más condescendiente, elitista, pedante y hoyudo que esta mierda.

No puedo creer que esta gente haya estado a cargo del país.

Cada vez más me parece que estos giles simplemente siguieron con el vuelo del modelo de Pinoshé con algunos adornos democráticos para el huevonaje y que parecieran ser unos estadistas, como las reformas a la constitución. Si este es el nivel de esos políticos, no alcanzo a imaginar que hagan algo innovador o novedoso.

No puedo tener ningún respeto por alguien que vota apruebo desde la supuesta élite política o intelectual ahora.

Ningún respeto intelectual si no son capaces de ver la mierda que es, o ningún respeto ético si lo ven e igualmente dejan correr algo completamente dañino y anti natural para el país como lo hace este hoyudo condescendiente que se cree élite. O son unos tarados, o son unos traidores a la patria. No hay otra para mi a esta altura. Eso es lo que lograron avalando la división y polarización del país sin participar ni intervenir desde sus posiciones de enorme influencia y solo aparecer ahora para “bendecir” cualquiera de las dos posiciones.

En lo que a este gil se refiere…

Las verdades élites no dicen huevadas idiotas como “trato de contener mi propio elitismo”… es un wannabe de estadista snob. Nada más que eso.

En cuanto a la estupidez que propone, dejemos que los niños la caguen y prueben cosas revolucionarias…

Eso lo haces para un proyecto de colegio o un juego en la casa, no para el marco legal que va a guiar el destino de 20 millones de personas por 40 años.

Que tan saco de hueva completamente incompetente e irresponsable hay que ser para decir semejante estupidez?

Una regla general de eficiencia de sistemas industriales o corporativos es que JAMÁS implementas una tecnología nueva no probada ni con respaldo técnico disponible ampliamente.

Esperas a que otros lo prueben. Se encuentren las fallas, que sean solucionadas, se amplíe su uso al nivel de generar servicios técnicos confiables, y ahí la incorporas.

Pero lo que propone esta pedante es el equivalente a que los pendejos jueguen a habilitar para todo el parque motorizado del país una tecnología de hace 50 años de motor rotativo que no funciona, nunca ha funcionado y no tiene servicio técnico ni respaldo y solo es usada como demostración de malas tecnologías QUE NO FUNCIONA¡¡…

Dejen que los niños equipen con motores rotativos todo, total, si se equivocan, es su derecho generacional.

Vamos a ser el banco de pruebas de que ahora, si que si, va a funcionar, because…

No puedo creer la irresponsabilidad de un supuesto intelectual hablando estas mierdas.

Necesitamos desplomarnos y que estos giles desaparezcan de los cargos públicos y de representación.

Afortunadamente para estos efectos, nos vamos a desplomar. Dependerá de nosotros después de eso que estos giles no vuelvan a aparecer ni en pintura en el gobierno o estado.

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5 comentarios:

  1. No me sorprende en lo más mínimo viniendo de Tironi, más ahora en su versión woke.
    Te admiro, yo no pude terminar de leer el artículo.
    Me superó tanta mierda!

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    1. lo mismo ... las arcadas me superaron ajajjajaj

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    2. Quedé en cuando se mando el supuesto sobre si la Convención habría estado compuesta de 154 hombres blancos, etc ....
      Lo imaginé con un pañuelo Verde al cuello y el pelo Morado... Perdí el respeto intelectual por él

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  2. Es posible que el aweonamiento sea contagioso? Estar rodeado de wokes puede repercutir en la percepción de la realidad, sobretodo si eres muy joven y no tienes referencias ni estructuras de la experiencia, ahora que seas un viejo de mierda woke, que ha profitado de la estructura previa, te deja a nivel Lavin

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  3. Yo creo que es lo mismo que en los papers cientificos, tienes que hacerlos sobre el tema que este de moda y en el lado del rio que te genere mas citas, para aumentar tu puntaje y obetner mas recursos. Les importa un pico si sus estudios estan todos malos o doblan la realidad para tener mas citas.
    Estos intelectuales woke, solo les interesa que los citen otras fuentes woke. Por eso hablan burradas.
    Si esta persona es profesor de una universidad lo mas probable es que le den un bono por cada vez que sale en un diario de tiraje nacional o en la TV hablando burradas. O si es de un thinktank que este haya pagado por la entrevista.
    nn

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