Nueva constitución chilena

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@theeconomist

La convención constitucional de Chile ha estado trabajando durante un año. El lunes, presentará formalmente su trabajo a la nación. El nuevo documento surge de la agitación: el organismo que lo redactó fue elegido tras las enormes protestas contra la desigualdad y los malos servicios públicos en 2019. Si se aprueba en un referéndum en septiembre, la constitución reemplazaría la actual carta constitucional de Chile, redactada bajo la dictadura militar. de Augusto Pinochet.

El nuevo texto daría al Estado un papel más importante en la prestación de servicios, ampliaría los derechos laborales, exigiría que al menos la mitad del poder legislativo y judicial fueran mujeres, reconocería las tierras indígenas y descentralizaría el poder. Sin embargo, las encuestas muestran que la mayoría de los chilenos planean rechazarlo. Los escándalos autoinfligidos (un miembro de la convención mintió acerca de tener cáncer) y las noticias falsas (incluidas las afirmaciones de que la constitución abolió los derechos a la propiedad privada) han dañado su reputación. Gabriel Boric, el presidente izquierdista recientemente elegido, debe esperar que las cosas cambien una vez que comience la campaña del referéndum. Habiendo respaldado la nueva constitución, la supervivencia de su gobierno puede depender de su éxito.

 

Interesante ver la perspectiva de un medio extranjero de prestigio.

El mayor daño a la imagen son los constituyentes sin duda. La fake news son parte de las campañas políticas, así como las promesas huevonas de campaña.

Pero en el agregado, diría que el proceso constituyente fue feo. Desprolijo, rasca, flaite, a pesar de contar con todas las garantías para que fuese limpio y sofisticado. Con ello se asocia a todo el proceso que ha ocurrido desde el 18O.

Uno aspira a obtener belleza. No fealdad.

Diría que eso es el mayor impacto emocional sobre la convención. Es fea. Todo el proceso ha sido feo, incluyendo lo que la generó que es el estallido flaite.

Hay algo que se llama el efecto halo, y es que se le asigna propiedades superiores a lo bello solo por serlo. El opuesto también es cierto.

Por eso es tan difícil superar esa imagen que ha dado la convención. Ya se tiene una imagen fea de ella, y por ende se asignan propiedades aún peores a su producto.

Por supuesto siempre hay gente a la que le gusta la fealdad, el caos, la suciedad y el desorden. Pero es el mínimo de gente.

Es una marca fea, cuyo producto se asocia a que será feo. Da lo mismo el análisis del producto, que igualmente es malo, y feo. Desorganizado, sin una línea clara y elegante. Parece una lista de navidad de pendejos malcriados.

Veremos que sucede en el periodo de campaña, pero esa asociación de fealdad con mal producto es MUY difícil de sacársela de encima.

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