Ciertamente no. Una de las ventajas es que es privado, por lo que el estado nunca se ve en posición de utilizar los fondos actuales a cuenta de futuros desembolsos, y por lo tanto las posibilidades de un default son menores.
Después de discutir bastante el tema en distintos ámbitos, tengo que reconocer que el nivel de sofisticación que se necesita para administrar de manera adecuada los fondos de acuerdo a los tiempos de crisis o normalidad se separan mucho de lo que el normal de trabajadores puede dominar, incluso “especialistas” cometen el error de quedarse en un fondo en todo momento, si estos economistas y especialistas no son capaces de reconocer el timing ideal para el cambio, mucho menos el trabajador promedio. Esto supone una gran desventaja, ya que el concepto de AFP es uno de ahorro, no de inversión, por lo tanto exponer los capitales a los vaivenes de los mercados financieros sin contar con las herramientas conceptuales para participar en éstos no parece ser el mejor estado de cosas en lo que se refiere a la protección de los capitales de los trabajadores. Entonces cual es un sistema de pensiones funcional a los trabajadores?
En general el ahorro es incentivado por las tasas ofrecidas por la banca, y cuando estas son atractivas, el ahorro se produce de manera espontánea. Entonces, cual sería un sistema más “amigable” para los trabajadores y menos arriesgado?
Ciertamente un entorno de tasas de referencia de 0% no es sostenible y liquida cualquier intención de ahorrar. Suponiendo que el banco central no comete la torpeza Keynesiana de bajar las tasas de referencia a 0% y mantiene unas razonables, los bancos podrían ofrecer por los capitales ingresados atractivas tasas por ahorros que serán estancados por décadas. El banco central mantendría estos fondos en reserva, con la primera prioridad de recuperación para los ahorrantes por lo que los dineros siempre estarían protegidos. Las tasas ofrecidas permitirían un continuo crecimiento de los fondos y salvo una crisis sistémica los fondos serían para todos los efectos muy seguros y no sujetos a los mercados financieros. Y la banca podría utilizar como multiplicador estas reservas aumentando su aporte a la circulación de dinero y por tanto a la dinámica de la economía. Honestamente los dineros que obtenga la banca y las regulaciones sobre el uso del multiplicador sobre éstos puede impulsar a la economía en órdenes de magnitud respecto de lo que hace actualmente la “inversión” en acciones, que suponen una ganancia de capital en los instrumentos, pero no un volcamiento de crédito en inversión sobre bienes de uso de capital intensivo que generan empleos y dinámica laboral. Los ahorros de los trabajadores hoy quedan “bloqueados” en un baúl financiero, de la otra forma trabajarían efectivamente para todos los chilenos.
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