09 enero, 2012

Viviendo en un mundo improbable (o cual es la chance de un evento 6 sigma?)


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Generalmente todos estamos acostumbrados a vivir en un mundo donde los eventos se ubican dentro de una escala de “probabilidad” conocida, y por tanto sabemos relativamente bien cuales son las consecuencias de aquellos. Todas las instituciones y servicios están diseñados para funcionar dentro de esta distribución de eventos más probable, y por lo tanto nos preparamos, nos enseñan y adoctrinan durante toda nuestra vida para vivir en este rango.
Sin embargo, durante los últimos años se han estado produciendo cada vez mayor cantidad de eventos que van desplazándose hacia las “colas” de la distribución (en el cuadro una normal), es decir, eventos cada vez menos probables, y  para los cuales, en consecuencia, estamos menos preparado. Como la sociedad no conoce las consecuencias de desplazarse hacia sectores de poca probabilidad (por que son de muy rara ocurrencia incluso en una escala de milenios), o la forma de enfrentar estos escenarios, de producirse provocan un estrés que no es proporcional a la ocurrencia. Por ejemplo una falla de algún indicador de una avión puede ser una ocurrencia con una probabilidad mínima, pero de producirse no provocaría sino un redireccionamiento del vuelo. Pero en el caso de una problema que provoque un fallo generalizado de los sistemas, las consecuencias son el desplome del avión y la casi certera muerte de los pasajeros. Es altamente improbable que pase, pero si sucede las consecuencias son catastróficas (o exponenciales si estamos hablando de juegos de azar).
Pues bien, nos estamos moviendo rápidamente hacia un área totalmente desconocida en la distribución de probabilidades de nuestro modelo económico, político y social para todos en esta generación (no, ni siquiera los PhD en economía y ganadores de premios nobel escapan a esto, estudiar de libros los problemas anteriores no significa que tengas la experiencia o el conocimiento práctico para solucionar algo, en particular algo en extremo complejo). Cual es la probabilidad que un inversionista tenga que pagar para colocar su dinero en un instrumento de deuda ( la colocación alemana de hoy, por primera vez en la historia registró tasas negativas), o la de que USA hoy haya aprobado una ley de detención militar indefinida para sus ciudadanos, que Irán represente una amenaza militar real a occidente, que los bancos centrales del mundo intervengan cada dos semanas y que los efectos sean medidos ahora en horas, que el mundo desarrollado mediante sus mecanismos de banca exploren la posibilidad de un préstamo por parte de los países en desarrollo, que el colapso de un banco pueda poner en riesgo el sistema financiero completo, que Singapur, Vietnam, Chile, Uruguay puedan ser considerados refugios de capitales ante una eventual crisis, que Grecia colapse bajo la supervisión de la Comunidad Europea, o España, o Italia.
Estamos entrando en una época de alta improbabilidad, por lo tanto lo que vemos no nos parece lógico y tratamos de racionalizarlo dentro de lo que conocemos, lo ajustamos, ignoramos hechos, consecuencias, realidades incluso frente a nuestras narices, pensamos que nuestras autoridades y líderes saben lo que hacen y podrán sacarnos de problemas. La verdad es, para ellos al igual que para nosotros es una experiencia nueva, y aplican lo único que conocen y en lo que han sido indoctrinados durante generaciones bajo el contexto de “normalidad”. El problema es que lo que funciona bajo un escenario es totalmente contraproducente en otro. Mayor gasto público en déficit agrava la situación soberana, austeridad agrava la situación soberana, rebaja de tasas de interés resulta en mayor endeudamiento a una economía ya saturada en éste, etc, etc. Tenemos autoridades que no saben lidiar con los problemas que sus recetas en normalidad en primer lugar provocaron, no tenemos experiencia histórica empírica de secuencia de eventos como los actuales, quienes podrían esbozar una solución están demasiado preocupados de lucrar de la anormalidad (donde se producen las mayores oportunidades para quien tenga el capital y el “feeling” adecuado) y por tanto están excluidos, voluntariamente, de algún grupo que pueda atacar con alguna posibilidad de éxito los problemas actuales. Que nos queda como ciudadanos comunes y corriente entonces?
Primero abrazar la realidad, no negarla o distorsionarla para moldear a nuestras propias definiciones (o deseos). Debemos ser capaces de entender nuestro entorno y establecer claramente que algo no es como siempre ha sido o nos lo han enseñado. Segundo, tratar de establecer para que probabilidad de evento estamos dispuesto a tomar las medidas necesarias y para las cuales estimamos es demasiado escasa la probabilidad y por lo tanto no existe experiencia práctica o preparación adecuada que pueda ser preconcebida. Nos preparamos para una recesión, una depresión, un colapso monetario, un colapso económico, una guerra mundial, una escasez de petróleo, una disrupción de la cadena logística actual? cada uno tiene sus chances, y también preparativos que podríamos estimar nos ayudarían, depende de cada individuo el informarse y decidir con esto para cual o cuales de aquellos vale la pena o no prepararse, incluso si es necesario o no. Vivimos en tiempos improbables, y por lo tanto bajo eventos cuyas consecuencias sólo podemos intuir.
[Por cierto, 6 sigma en términos de probabilidad es 0.00034%, que evento cae dentro de un rango tan bajo queda a la imaginación de los lectores] Imprimir artículo

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