Minority Report, o la tiranía de la nueva ley de alcoholes

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Tal vez te extrañe el énfasis sobre este tema que en términos personales no me afecta demasiado, y tal vez a los que leen este blog tampoco.

Pero una de las bases de la justicia es que el crimen debe haber sido provocado para que exista una sanción sobre éste. Insisto en JUSTICIA y no en LEY, que son dos cosas que probablemente cada vez se separan más hoy en día.

Cuando la Ley de un país sienta el precedente de que puede actuar bajo sospechas sobre un crimen, y no sobre el acto real, se cae en un juego muy peligroso, que fácilmente puede transformarse, dependiendo de los que están a cargo, en una dictadura, o peor aún en una tiranía que te puede privar de libertad o derechos bajo la sola presunción de que VAS A COMETER UN CRIMEN, NO DE QUE LO COMETISTE, de nuevo hago la distinción entre crimen y delito. La Justicia se aplica sobre los crímenes, y estos se producen cuando se infringen los derechos de otros ciudadanos. Si manejas a 60 en un área de 50 donde no anda nadie en 10 kilómetros a la redonda, o no te detienes en un disco pare cuando evidentemente no había nadie alrededor, no estás cometiendo un crimen, estás infringiendo una ley (o delito), que es discrecional a un cuerpo político y no a un estado de derecho sencillo. Por supuesto no puede existir libertinaje y deben establecerse normas de conducta comunes. Pero beber en exceso a una ley discrecional (no funcional) o conducir más rápido que la norma establecida, no es un crimen, per se, y por lo tanto si no has cometido ninguno, la sanción no debería implicar la restricción de ninguno de tus derechos, aunque obviamente una sanción monetaria ejemplificadora ayudaría a que te mantengas en línea con las normas acordadas por el cuerpo social. Insisto, después de todas las campañas mediáticas para esta ley, existe un tema de fondo mucho mayor, la diferencia entre lo que es JUSTO y lo que es LEGAL. Hitler llegó al poder y ejerció todos lo horrores de su régimen de manera LEGAL.

EL QUE SCARIFICA TEMPORALMENTE SUS LIBERTADES POR SEGURIDAD NO MERECE NINGUNADE LAS DOS

BENJAMÍN FRANKLIN

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