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“Chile no está ganando nada con el TPP que no tenga con el TLC de EE.UU., y su aprobación sólo empeorará las cosas”, dice Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía en 2001. En conversación con El Mercurio Inversiones, el profesor de la Universidad de Columbia advierte que el Acuerdo Transpacífico (TPP) entre doce economías que el gobierno de Chile terminó de negociar en octubre –y que ahora es analizado por el Congreso– generará serios problemas para nuestro país en áreas como la financiera y la salud.
Dice que si Chile, por ejemplo, pretende evitar la transacción de instrumentos financieros como algunos derivados o CDS –que él menciona como parte del origen de la crisis financiera de EE.UU. –, las corporaciones que consideren dañada su inversión podrán demandar al país con amplias probabilidades de ganar, pues el tratado promueve el arbitraje internacional por sobre las cortes de justicia locales, el que a su juicio, es “controlado por las grandes corporaciones”. En estos casos, “cuando se trata de un gobierno pequeño como el de Chile, Chile siempre pierde”, sostiene quien también fue presidente del consejo de asesores económicos de Bill Clinton y economista jefe del Banco Mundial.
Stiglitz señala además que el acuerdo “cambia el balance y aumenta el poder de las grandes farmacéuticas frente a los medicamentos genéricos”, y que, a diferencia de lo que afirman sus promotores, “no hay evidencia real de que apoyará al crecimiento económico”.
Quien ganara el premio nobel de economía por sus análisis de mercados e información asimétrica, enfatiza en esta entrevista que “cualquiera que esté preocupado por el balance entre las corporaciones y el resto de la economía, tiene que estar en contra” del TPP. “No entiendo por qué su presidenta lo está apoyando”, subraya.
–Considerando que en Chile el TPP ahora está en manos del Congreso, ¿qué deberían tener en cuenta nuestras autoridades y ciudadanía en torno a él?
La pregunta particular que Chile necesita hacerse es si está ganando algo más de lo que tiene con el Tratado de Libre Comercio con EE.UU. o si, como creo, está empeorando las cosas. En particular, una de las preocupaciones está en las disposiciones del TPP sobre ampliar los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías farmacéuticas. Acá Chile está en una mejor posición de la que planteó inicialmente EE.UU. para este acuerdo, pero peor que en el actual TLC con EE.UU. Entonces, Chile estará peor en su posición de acceso a medicamentos. El segundo gran tema es la disposición del TPP sobre inversiones. Chile ya experimentó algunas dificultades con este tema bajo el TLC con EE.UU. cuando en 2010 quiso responder a la entrada de capitales al país como resultado del QE, y su habilidad para responder fue seriamente restringida por el tratado. Bueno, este acuerdo profundiza esta negativa disposición. Esto, junto con el tema del acceso a medicamentos, son los que generarán más complicaciones a Chile.
–En términos prácticos, ¿cómo nos veríamos afectados?
El país puede ser demandado, dado que los inversores foráneos podrán iniciar disputas bajo arbitrajes donde las corporaciones tienen acceso privilegiado, en un contexto en el que ni las ONG, ni nadie puede hacerse parte abogando por el medio ambiente o acusando abusos. Sólo las corporaciones tendrán un trato preferencial bajo este acuerdo. Todas estas razones son las que hacen que mucha gente en EE.UU., incluidos todos los candidatos demócratas a la presidencia, y varios candidatos republicanos, estén en contra del TPP. Eso muestra que incluso en EE.UU. se concuerda en que este es un mal acuerdo para el país.
–En estos arbitrajes hemos visto triunfos para EE.UU. por sobre corporaciones, por ejemplo. ¿Por qué suponer, a priori, que Chile perderá?
Hay interesantes investigaciones que muestran que cuando los inversores entran en disputas, y cuando las grandes corporaciones deciden demandar a un país relativamente pequeño como Chile, éstas casi siempre ganan. Estos arbitrajes, en su forma actual, están realmente controlados por las grandes corporaciones. La historia muestra, sin embargo, que básicamente cuando hay del otro lado un gran gobierno, como el de EE.UU., éste siempre gana. Pero cuando es un gobierno pequeño como el de Chile, Chile siempre pierde. Entonces, ustedes no estarán en una real corte, no se trata de una corte justa, es una que está totalmente sesgada a favor de países como EE.UU. y de las grandes corporaciones.
–Bajo este supuesto, ¿qué podría ocurrir en nuestro país con las disposiciones del TPP?
Eso significa, en la práctica, que si ustedes aprueban una regulación sobre el medio ambiente o sobre los transgénicos, o sobre la economía, hay una alta probabilidad de que su propuesta sea demandada. Y las magnitudes de estas demandas son sencillamente enormes. Déjeme poner un ejemplo reciente: Canadá, que es obviamente un país más rico que Chile, pero bajo una disposición internacional muy similar, hizo una evaluación ambiental sobre un proyecto particular y cuando a la compañía no le gustó el resultado, recurrió al arbitraje internacional. Y éste, como en general suele hacer, apoyó a las corporaciones, aún cuando sabían, y esto es realmente sorprendente, que la compañía podría haber ido a la corte canadiense. Pero la firma escogió ir al arbitraje porque sabía, como el resto, que las cortes canadienses son buenas, honestas, y prefirió el arbitraje, porque sabía que ahí las corporaciones casi siempre ganan.
–¿Chile entraría, entonces, en esta dinámica?
Sí. En un país pequeño como Chile, están firmando lo que nosotros llamamos en Estados Unidos una “corte de canguro” (que alude a un procedimiento injusto, parcial), donde tú casi siempre vas a perder.
– La Presidenta Michelle Bachelet dijo hace algunos días que “estamos muy felices” de ser parte del TPP y que defenderá el acuerdo en todas partes. ¿Cómo se justifica el contraste con lo que usted plantea?
No tiene sentido. Hay una tendencia en los presidentes, particularmente cuando hay restricciones presupuestarias, o un contexto en donde es muy difícil para ellos pasar legislaciones, de creer que han logrado algo cuando ellos tienen un acuerdo comercial, aún cuando sea un mal acuerdo. Básicamente, Chile, dado el libre acceso que ya tiene a EE.UU., ha cubierto la parte más importante del mercado, y la posibilidad ahora de que tengan acuerdos con Vietnam, o Malasia, no abre oportunidades muy significativas. Por lo tanto ustedes tienen que evaluar el costo/beneficio, y si yo fuera Chile, estaría muy preocupado, particularmente en el área de los medicamentos y financiera, donde ustedes perderán. Una de las razones por las cuales ella podría haber sentido que podía apoyar el tratado, fue porque hubo algunas concesiones que fueron hechas para Chile.
–¿Compensan estas concesiones las inquietudes que usted plantea?
Chile estaba más preocupado por el tema de los medicamentos. Y respecto a la posición negociadora inicial de Estados Unidos, que fue doce años de protección de medicamentos biológicos, el país cedió, pero el punto es que incluso el presidente Obama se oponía a estos doce años –confidencialmente sé que en reuniones él se había opuesto a ello–, por lo que, de hecho, EE.UU. hizo como que estaba cediendo, pero lo que pasó en realidad es que habían adoptado una posición extrema y luego cuando la ajustaron, ella (Bachelet) puede haber sentido que Estados Unidos estaba transando, por lo tanto tenía que apoyar el tratado.
EJEMPLIFICANDO CON LAS AFP
–¿Qué aspecto en particular del capítulo financiero del TPP podría ser riesgoso?
Hay un suceso que puede graficarlo. Alemania, en la discusión del TTIP (acuerdo entre EE.UU. y la Unión Europea), que es un acuerdo bastante similar a través del Atlántico, fue muy explícita en señalar que no firmará el acápite de inversión, y que prefiere una corte que el arbitraje. Esto es un ejemplo de que este acuerdo de inversión está obsoleto, y lo cierto es que una serie de otros países ya han aprendido, en un sentido muy profundo, lo malos que son estos acuerdos. Ecuador está sufriendo mucho por ello.
–¿Qué implicaría, en lo práctico, el acuerdo financiero para Chile?
No he tenido la oportunidad de estudiar todas las disposiciones del acuerdo, que como usted sabe, fue negociado en secreto, y una de las cosas sorprendentes acerca de él es cuán complejo es. Y esta es una parte que va a generar mucho trabajo para los abogados especializados en finanzas. Porque no es un acuerdo transparente, aún cuando haya sido liberado. Distintas personas están interpretando parte de éste de forma diferente y eso demuestra que no es un acuerdo bien redactado, y también implica que los árbitros internacionales tendrán un montón de discreción para interpretarlo en cualquier sentido que ellos quieran. Por lo tanto, la complejidad es por sí misma muy perturbadora.
–¿Por qué un acuerdo tan determinante tendría problemas de redacción?
La razón por la cual es así es porque quienes lo impulsaron intentaron que la gente que estaba preocupada por la salud o el medio ambiente creyera que se habían tomado en cuenta sus inquietudes, pero al mismo tiempo trataron de persuadir a la comunidad corporativa de negocios de que les estaban entregando las ventajas originales.
–Y en nuestro país, ¿en qué podrían derivar las disposiciones financieras sobre las que sí hay claridad?
El punto es que el acuerdo tiene disposiciones muy fuertes que restringen la habilidad de regular. Y si ustedes aprueban una regulación que frustre las perspectivas de algunas firmas, ellas pueden demandarlos. Por lo tanto, si Chile decide que los derivados o los Credit Default Swaps (CDS) son riesgosos, cualquier corporación que haya abierto una oficina en Chile puede demandar al país, no sólo por la pérdida de su inversión, sino también por las ganancias esperadas no percibidas por vender esos derivados o CDS, independiente del daño que puedan hacer a la economía chilena. El punto es que hay amplio consenso alrededor del mundo de que, en respuesta a la crisis de 2008, necesitamos regulaciones más fuertes y que toma un largo tiempo escribir y publicar esos reglamentos. Una vez que el TPP esté aprobado, cualquier nueva regulación abrirá en Chile una demanda con altísimas probabilidades de ser perdida.
–¿De qué otro modo podrían estas disposiciones disminuir o anular la capacidad reguladora en el país?
Para darle otro ejemplo: si ustedes cambian una regulación o una práctica en alguno de sus fondos de pensiones, cuyo dueño es una compañía extranjera que lo maneja y los legisladores chilenos deciden cambiar la regulación para asegurarse de que ellos apliquen menores costos de transacción, menores comisiones, porque ellos están, por ejemplo, aprovechándose de la población chilena –hay mucha discusión respecto a cuán malos han sido estos fondos– si ustedes aprueban una regulación, su gobierno será demandado.
–¿Y en qué posición queda, a su vez, la industria farmacéutica global con el tratado?
El acuerdo cambia el balance y aumenta el poder de las grandes farmacéuticas frente a los medicamentos genéricos. Reduce la fuerza de la regulación de los precios establecidos por las corporaciones y el uso de formularios. Por lo tanto, no sólo restringe la habilidad de los genéricos de competir, sino que además la habilidad de Chile de usar regulaciones u otros mecanismos para tratar de mantener precios razonables.
CRECIMIENTO: “NO HAY EVIDENCIA” DE QUE LO FAVOREZCA
–¿En qué aspectos este acuerdo sí podría ayudar a nuestra economía?
En general favorece a las corporaciones. Y si bien se trata de un acuerdo que busca favorecer a las corporaciones internacionales, también puede ser usado en contra del gobierno chileno por las corporaciones chilenas. Va a tomar un tiempo conocer todos los detalles y saber cómo pueden tomar ventaja con él, y muchas firmas están en eso, pero ese es un ejemplo de las consecuencias indirectas de este tratado que hemos podido ver.
–¿Sería enfático entonces en decirle a nuestro Congreso y a nuestro país “no aprueben esto”?
Sí. El mensaje es muy fuerte. Este es un mal acuerdo, que fue negociado en secreto sólo por las corporaciones, no se incluyó a grupos relacionados con el medio ambiente, con la salud, ONG, ninguno de sus argumentos estuvieron sobre la mesa. Y el resultado es exactamente el que usted puede precedir de ese tipo de proceso: las corporaciones tendrán un poder incontrolable, y lo que ellos están diciendo es que el acuerdo es un poquito mejor de lo que algunas personas esperaban, pero eso no significa que sea bueno. Aún es un mal acuerdo. Esto es algo que un alto porcentaje de estadounidenses considera como un mal acuerdo para toda el área del Pacífico y es por eso que demócratas y muchos republicanos están en contra, en especial por lo establecido en relación a los fármacos, y las disposiciones sobre el acuerdo financiero. La congresista Elizabeth Warren, que además es profesora de la escuela de leyes de Harvard, ha explicado muy fuertemente por qué esta es una mala ley, cómo divide las regulaciones actuales y afecta a toda la economía, elevando las ventajas del sector corporativo y del sector financiero desregulado en contra del resto de la economía.
–¿Por qué cree, entonces, que nuestro gobierno ha apoyado la iniciativa?
No lo entiendo. He escrito artículos como economista y uno extenso explicando por qué es una mala ley. Así que cualquiera que esté preocupado por el procedimiento legal, por el balance entre las corporaciones y el resto de la economía tiene que estar en contra de él. Hay una parte que tiene un acuerdo de libre comercio, pero esto en lo profundo afecta el balance entre corporaciones y ciudadanos comunes, la habilidad del Estado de regular, pues establece los procesos por los cuales se resuelven las disputas y no entiendo por qué su presidenta lo está apoyando.
–Hay autoridades que han destacado que el TPP generará mayor crecimiento económico para el país…
No hay real evidencia de que eso sea cierto. Hay algunos estudios que dicen que sí, y muchos informes que dicen que no, que esto no apoyará al crecimiento económico.
En general, nadie entiende a Bachelet o al gobierno o a los políticos. Salvo que se asuma que no hay nada que entender salvo que solo miran el beneficio personal inmediato y no el general en el largo plazo. Junto con una falta de competencias para el cargo nunca vista en cualquier otra área.
Todos los tratados o acuerdos de esta envergadura a los que se han llegado en USA en las últimas dos décadas favorecen a la banca de inversiones o las grandes corporaciones en el sentido de litigación contra el público. Desregulación de la banca y proteccionismo para las grandes corporaciones es la tónica. Y por supuesto es lo que se quiere implementar en este acuerdo. No es extraño para nada.
No es necesario leer el texto completo para saber esto porque es la tendencia en USA y por lo tanto en occidente.
Efectivamente, ya existiendo tratados de libre comercio con casi todo el mundo, es poco lo que un nuevo tratado puede entregar. Y bastante lo que puede restringir la decisión soberana sobre temas nacionales relacionados a estos acuerdos.
Esperemos que por una vez en la vida los diputados y senadores lean las leyes que estén aprobando y usen efectivamente la dieta para asesores legales. Como no se sabe tampoco el nivel vinculante que tiene el tratado, podemos hacer lo mismo que en el pacto de Bogotá. Quedar atrapados en acuerdos que solo son usados en nuestra contra en cortes internacionales. Y en eso el premio nobel tiene razón. Chile no puede competir en arbitrajes internacionales contra corporaciones, por lo tanto no puede quedar expuesto a esto, en cualquier tratado o acuerdo comercial.