El debate sobre los retiros puso de manifiesto una división. Desde el primer giro de fondos previsionales hubo voces que alertaron sobre las consecuencias económicas de estas políticas públicas. Nada pareció importar, y nuevos proyectos se fueron poniendo sobre la mesa. Hoy ya está en discusión un cuarto retiro y con probabilidades al menos de pasar la valla de la Cámara de Diputados durante la próxima semana. Y ello pese a las advertencias de economistas y autoridades económicas sobre los efectos que podría tener en el bolsillo de las personas, dañando sus pensiones futuras y presionando la inflación.
En este caso, el criterio político ha pesado más que las recomendaciones técnicas y ya se han aprobado tres rescates desde los fondos de AFP, con varios votos del oficialismo.
¿Qué está pasando que esa estrecha relación entre técnicos y políticos de antaño está cada vez más en entredicho?. La tecnocracia, antes escuchada en todo momento, hoy más bien es ignorada.
El alejamiento entre políticos y economistas tiene razones diversas, según quien responda. Los hipótesis son variadas, pero se resumen en las siguientes: la llegada de nuevos actores al debate público; la falta de visión política de algunos ilustres representantes de la tecnocracia hegemónica; el populismo y el voluntarismo que gana terreno en el Congreso.
El abogado y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, dice a Pulso que esta pérdida de credibilidad de los economistas no debe sorprender, y que, cada cierto tiempo, distintas profesiones tienen predominancia en la vida social. Peña plantea, además, que el voluntarismo que predomina en el Congreso terminará dañando el bienestar social.
“En el siglo XIX, cuando se diseña el Estado, fueron los juristas; en los sesenta fueron las ciencias sociales las que orientaban el cambio social; en la dictadura y hasta hace poco fueron los economistas. Es probable que todo esto se relacione con el espíritu utópico y el anhelo de cambio: la economía tal como la conocemos hoy (no así en sus orígenes como disciplina) es una ciencia altamente matematizada, tecnificada, ha perdido todo contenido utópico, y eso la hace estar en contradicción con el espíritu ambiente. Los economistas han perdido su antiguo vínculo con las ciencias sociales y eso los ha hecho menos capaces de intervenir en la esfera pública de una manera que guíe a la cultura o modele o contribuya a modelar la opinión de las mayorías”, sostuvo Peña.
Carlos Peña
Y agregó que “los políticos, por su parte, durante mucho tiempo se sintieron aplastados por los economistas, que eran quienes trazaban la línea donde termina lo posible. Hoy que vivimos tiempos utópicos, de alto voluntarismo, al que todos, en la izquierda y en la derecha se han sumado, la política es la que se atribuye la capacidad de decir donde comienza el muro de lo imposible ¿Quién habría imaginado que destruir el sistema previsional era posible? ¿Qué el Estado distribuyera recursos de la manera en que lo ha hecho? Todos esos fenómenos -que como veremos en los años que vienen causarán profundo daño al bienestar social- han fortalecido esa idea de que la voluntad todo lo puede, incluso acabar con la escasez. Más que una oposición entre técnica y política, vivimos hoy un voluntarismo que a veces parece creer que la realidad no existe, que -como decía un librito de autoayuda de hace algunos años, tonto como todos esos libros- “el cielo es el límite”.
Ha sido sin duda un largo matrimonio entre políticos y técnicos, que se había mantenido estable desde el retorno a la democracia. En los años 90 el estatus de economistas y expertos era alto y pocos se hubiesen atrevido a cuestionar sus argumentos o capacidades. O al menos no en público. Hoy en cambio se ve más desunido, más cercano al divorcio.
Marco Moreno, decano de la facultad de ciencias políticas de la Universidad Central
“La legitimidad tecnocrática ha ido desapareciendo como fundamental y única en el proceso de formación de las políticas públicas y en el proceso de decisiones públicas. Esto fundamentalmente porque la manera en que se concebía el diseño de política y decisiones públicas dejaba fuera a muchos actores. La demanda creciente por participación implica abrir el proceso a otros actores, eso probablemente ha sido una demanda que se viene planteando hace mucho tiempo. Esto ha ido aparejado con un proceso creciente donde los sentimientos, emociones, lo que plantea la calle, ha ido ganando espacio”, dijo el analista político y decano de la facultad de ciencias políticas de la Universidad Central, Marco Moreno.
Hay analistas que plantean que esta suerte de separación entre tecnócratas y políticos no es algo de hoy. El sociólogo Alberto Mayol, dice que esto tiene que ver con que las élites gobernantes no fueron capaces de resolver los problemas que se estaban originando entre la gente, ese cúmulo de demandas que se visibilizó tras el estallido social del 18 de octubre de 2019.
“Cuando la elite de la transición definió que su ruta de trabajo político y sus prioridades para el futuro estaba en el crecimiento económico y la gobernabilidad, era lógico que el personaje icónico fuera el economista. Y cómo Chile concentraba sus esfuerzos en vender mejor y no en crear o innovar, entonces el ingeniero comercial o versiones superiores fueron los técnicos más cotizados. Chile quedó reducido a su capacidad de crecer y desatendió las demás variables. Se dio por descontado que las instituciones funcionaban y que la legitimidad era un rendimiento del crecimiento. Se dio por descontado que una política de baja intensidad era mejor porque evitaba el conflicto, pero tampoco se procesaban los problemas. Al reducir Chile a un par de variables, las medidas del éxito eran sencillas y acotadas”, sostieneel sociólogo Alberto Mayol.
Y agrega: “En la medida que Chile dejó de ser un proyecto de empresa en crecimiento y volvió a ser un país con demandas complejas, ese repertorio quedó caduco. La tecnocracia ofrecía la promesa de la verdadera modernidad, pero en realidad ofrecía la suspensión de la política. El problema es que esa era una falsa profecía porque suponía asumir que lo moderno era una sociedad enteramente gestionable con pocas variables. Eso quedó claro en 2011, pero se rechazó el diagnóstico por la élite y por el grupo académico que sostenía seguir con lo mismo pero con modificaciones. Y vino el estallido y ya no había posibilidad de seguir haciendo tesis alternativas”.
Las razones que explican este posible divorcio entre técnicos y políticos son múltiples, y a juicio de los expertos los problemas entre las partes vienen arrastrándose desde hace un tiempo, y se han exacerbado en los últimos meses.
Bettina Horst, directora ejecutiva de LyD
“Esta discusión no es de ahora, viene incluso de mediados de 2019, antes del estallido. En octubre se exacerba o se hace una caricatura de ese divorcio cuando se atribuye buena parte del estallido de octubre al alza de las tarifas del Transantiago decretada por el panel de expertos. Esto venía de antes, por lo cual se ha venido produciendo este divorcio desde hace un tiempo y creo que no es solo un problema que estamos viendo en Chile. Creo que no se puede disociar de la discusión el mayor populismo que existe en el país. Siempre el populismo va a desacreditar a quienes los tildan de populistas. Creo que también hay un tema que estábamos acostumbrados en Chile a un diálogo dentro del Congreso dentro de distintos sectores políticos, en los cuales tomaban definiciones con mayor transversalidad, y eso se ha roto”, señaló la directora ejecutiva de LyD, Bettina Horst.
La mirada de los políticos
No son solo los retiros. Otros proyectos que se discuten en el Parlamento también han sido criticados por los expertos. Entre ellos, el royalty minero o la modificación al sistema de gratificaciones, por ejemplo. Para las discusiones, los partidos políticos piden asesoría a sus economistas y a su primera línea de expertos, pero muchas veces a la hora de votar poco parece importar lo que recomendaron.
Es lo que ocurrió con Mario Marcel en la discusión del cuarto retiro. Alertó de consecuencias extremadamente graves para la economía si la iniciativa parlamentaria obtiene luz verde. En vez de frenar la moción, ha ido ganando apoyo incluso entre el oficialismo, que podría incluir la balanza a favor de la moción. Además, el presidente del Banco Central fue criticado por algunos sectores. El diputado Marcos Ilabaca dijo que “son los técnicos los que nos llevaron a la explosión social del 18 de octubre
Ricardo Lagos Weber, senador
“Es cierto que algunos economistas se han equivocado en sus cálculos, pero creo que todos hemos cometido errores y ellos no son la excepción. Chile cuenta con economistas, hombres y mujeres, de excelente nivel técnico, muy reconocidos a nivel internacional y que han sido un aporte a establecer muchas políticas públicas a nivel local. Yo al menos los seguiré escuchando con atención”, sostuvo el senador PPD, Ricardo Lagos Weber.
Esta división de aguas entre lo político y lo económico también fue abordado por exautoridades que participaron en distintos gobiernos desde el retorno a la democracia. Hay ex parlamentarios que plantean que es un error excluir a los técnicos de la discusión política, y que hay mucho mito detrás del desprestigio que parecen tener los tecnócratas en la sociedad actual. Además postulan que la demagogia y el populismo se han tomado de lleno el debate de muchas políticas públicas que se discuten en el Parlamento.
Ignacio Walker, exministro
“De alguna manera se ha instalado la especie de que el neoliberalismo era sinónimo de lógicas tecnocráticas. Eso ha sido uno de los aspectos que algunos han señalado en torno a los últimos 30 años, de como hubo una hegemonía de los economistas de Teatinos 120. El Ministerio de Hacienda, convertido en la sala de máquinas de la política. Todo eso es mucho mito, porque evidentemente lo que hubo en los últimos 30 años, sobre todo en los 20 años de la Concertación, es una lógica virtuosa entre la política y la economía. Al final es una auto derrota porque se no se puede gobernar sin conciencia sobre las posibilidades y los límites de la economía. Todo lo anterior se ve agravado por la demagogia y el populismo existente, que se ha apoderado del mundo político”, sostuvo el ex senador DC Ignacio Walker.
Otros apuntan al escenario electoral que se vivirá a fines de este año como la base de lo poco escuchados que parecen estar siendo los técnicos en la discusión de distintas políticas públicas.
Carlos Larraín, ex senador y expresidente de RN,
“Los que están expuestos a este corte con la realidad, con la ignorancia de lo que opera en la economía, se aplica a los parlamentarios que ven que tienen una elección muy cerca. Hay un tercio de la opinión pública que se alimenta de la desconfianza, que pasa a la pica, y de la pica al odio. Esto de que la economía tenga reglas propias, a ese grupo de parlamentarios en apuro y de ciudadanos odiosos les parece un disparate. La realidad tiene que plegarse a mis necesidades en primera persona, lo que yo quiero que ocurra. Unos quieren reelegirse a toda costa, y otros quieren dar vuelta la sociedad al revés, como un calcetín”, señaló el exsenador de RN, Carlos Larraín.
Para el exministro Francisco Vidal, esta desconfianza que se ha instalado entre los legisladores se remonta a dos políticas públicas adoptadas en los gobiernos de Michelle Bachelet y Ricardo Lagos. En específico, se refiere al Crédito con Aval del Estado y a la implementación del Transantiago a comienzos de 2007. De todos modos enfatiza que la visión técnica sigue siendo clave en las decisiones políticas.
Francisco Vidal, exministro.
“Lo que pasa en el mundo de los partidos y en parte de los parlamentarios es una pasada de factura a los técnicos de la Concertación y la Nueva Mayoría. Los tecnócratas cometieron errores brutales, con efectos políticos hasta el día de hoy. Hay dos efectos emblemáticos: el CAE y el Transantiago. El pedigrí de los técnicos cayó al subterráneo, lo que es un error porque la política se tiene que basar en sustento técnico. La definición es política, pero tiene que tener sustento técnico”, dijo Francisco Vidal.
El también exministro Genaro Arriagada plantea que hay dos extremos que se están dando entre el mundo técnico y político, y que han llevado a esta evidente desunión entre la economía y la política.
Genaro Arriagada, exministro
“En la así llamada clase política hay dos extremos que son insoportables y originan muy malas políticas. Uno, son aquellos que creen que lo único que cabe es adoptar soluciones técnicas. Como a la técnica se le atribuye la infalibilidad de las matemáticas, no cabe ni democracia ni debate, sino seguir lo que diga la tecnocracia. Obviamente, si uno les pregunta: ¿Cuál técnica? Dirán: ¡aquella en que yo creo! ¿Sólo la economía neoliberal? ¿Sólo la teoría leninista del Estado, como lo consagra la Constitución cubana?. En el otro extremo están los que piensan que la política es indignación, protesta, emoción y voluntarismo y por tanto encuentran en la técnica un enemigo incómodo pues les advierte de las limitaciones que deben considerar sus sueños y por tanto, descalifican a la política porque ella es el arte de lo posible; y a la democracia constitucional, porque ella fija límites a sus desvaríos”, indicó.
Los economistas
El descrédito de los tecnócratas parece no ser nuevo ni ser algo que ocurre solo en el país. Esto se habría originado con más fuerza a nivel global tras la crisis económica de 2008-2009. Un desprecio hacia los técnicos que también se vivió en el gobierno de Donald Trump, con constantes reproches al actuar de la Fed. Fueron permanentes las críticas del expresidente de Estados Unidos, al Banco Central durante su mandato. ¿Qué es lo que está detrás a juicio de los economistas?
Rodrigo Valdés, exministro de Hacienda.
“Por largo tiempo algunos economistas han o hemos abusado un poco de pasar colado preferencias por técnicas. Lo que uno puede hacer en economía es tratar de evaluar dilemas en que si hago esto, se produce esto otro. Cuando hay dilemas, la técnica es insuficiente, los dilemas los soluciona la ética, la política, la ideología, las convicciones. Creo que ha habido mucha pasada de contrabando de muchos colegas en esto. Eso es un problema porque van pillándolos, de que no siempre es técnica, sino que a veces son preferencias”, dijo recientemente en Radio Duna el exministro de Hacienda, Rodrigo Valdés.
Y acotó: “los economistas sabemos cosas, pero no es el horóscopo. No es una bola de cristal precisa y eso hay que comunicarlo mucho mejor. Creo que de a poco, por descuidos, nos hemos ido equivocando y eso ha hecho que el mundo político le crea menos”.
El exministro de Hacienda y exconsejero del Banco Central, Manuel Marfán, enfatizó que el diálogo, el escuchar al que piensa distinto es clave para poder revertir esta tendencia de descrédito, que con el avance de los retiros ha quedado cada vez más en evidencia.
El exministro de Hacienda y exconsejero del Banco Central, Manuel Marfán
“Me da la impresión que a propósito de las redes sociales, la sociedad se ha fragmentado en todas partes del mundo. Es cosa de ver que si uno no quiere leer a alguien, simplemente lo borra. Eso quisieron hacer con algunos de los constituyentes, borrarlos. Cuando uno escucha y conversa y discute con los que son iguales a uno es endogámico, igual que en la genética. Se generan ideas con colita de chancho, parafraseando a Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad. A mi juicio es el tema de lo que se llama la post verdad, que hay grupos importantes que se quieren creer lo que sienten y se ha perdido la racionalidad, no solo en Chile. La solución que esto tiene es conversar con los distintos, es lo que está haciendo la CC que encuentro que se ha ordenado mucho respecto a como partió”, dice Manuel Marfán.
Jose De Gregorio, economista ex Presidente del Banco Central, titular de la FEN.
Y una vez más, esto no es nuevo. Ya a mediados del año pasado, se observada un cierto quiebre entre los técnicos y los políticos con la discusión del primer retiro de fondos de las AFP. En ese entonces, el expresidente del BC y militante de la DC, José de Gregorio dijo que “a la gente le molesta que los tecnócratas tomen las decisiones. El problema es cuando los políticos tienen cero respeto por cosas técnicas, y al final sus decisiones hacen daño a lo que ellos mismos dicen”.
¿Está el matrimonio entre economistas y políticos quebrado?, ¿es posible recuperar las confianzas que parecen hoy perdidas?. Son interrogantes que seguirán sobre la mesa, y que quizás con diálogo y tolerancia podría persistir una relación que se había mantenido muy firme por los últimos 30 años.
Naaa…
Es sencillo. Los economistas siempre han sido los tontos útiles de los políticos con teorías monetarias huevonas. Ahora que los keynesianos progresistas más moderados dejaron de ser útiles a los intereses de la re elección, pasaron a ser los enemigos tecnócratas.
Los marxistas monetaristas eran los tontos útiles de Allende, los neoliberales eran los tontos útiles de Pinochet, los keynesianos de la concertación y Piñera, que es lo mismo, y los marxistas monetaristas de Boric y compañía. Cerramos el círculo.
Significa que las teorías son malas?
No. No toda al menos. Pero los economistas desde el siglo XIX han sido utilitarios a políticos. Hasta los bancos centrales pasaron a manos de los gobiernos.
El poder político siempre subordina a los técnicos a sus criterios. De hecho la mayoría de las veces hacen reuniones y grandes seminarios “técnicos” solo para decir que escucharon todas las opiniones expertas para tomar un decisión sobre un tema álgido o controversial, tal como estas sesiones en el parlamento, pero en realidad la decisión la tienen tomada desde antes de eso. Es solo para cubrir las apariencias, y algunos (no todos) de los invitados a esos seminarios endosan con informes las decisiones y pasan al staff permanente de asesores pagados de esos políticos que ahora tienen el respaldo “técnico”.
Así funciona.
Por eso no sirve la democracia representativa. Siempre termina corrompiéndose y corrompiendo todo lo que toca, incluido a los “técnicos”. Imprimir artículo
noto ese distanciamiento entre la élite (con sus técnicos incluídos) y la masa...esto es muy parecido a lo del brexit; ya que un sector de la población - no menor- derechamente no les creía a los expertos (sea por conflictos de intereses, u otros)
ResponderEliminarAh sí- la sciencia dismal… Gracias por la edición del sabado👍👍👍
ResponderEliminarEl problema grave es que en esta etapa de decadencia que vivimos como país el ministerio de hacienda juega con colores propios y ya pasó de ser un organismo técnico a un organismo político. Por eso los actuales ministros de hacienda duran menos que un candy en el puesto.
ResponderEliminarcierto ojala Parisi diga que se vienen tiempos dificiles en el debate que viene, igual como dijo JAK en el primer debate , ya que Parisi tiene mas credibilidad en los sectores medios...
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